El ser humano puede sobrevivir por más tiempo sin comida que sin dormir, pero cada vez es más frecuente el incremento de personas que pasa su vida con menos sueño del que necesita. Además del estrés cotidiano, el tecno-estrés también se perfila como uno de los factores que intervienen en este fenómeno.

Algo similar ocurre con los adolescentes: sus dormitorios se han convertido en un comando central desde donde buscan comunicarse con sus amigos reales y virtuales, hablando por el móvil, en el chat o por las redes sociales. Un estudio reciente del Centro de Estudios del Sueño en Filadelfia Estados Unidos, descubrió que un cuarto de los adolescentes de ese país se quedan dormidos en la escuela al menos una vez a la semana debido a las distracciones que funcionan hasta altas horas de la noche en sus dormitorios: computadoras, móviles, TV, DVD, videojuegos, radios e Internet.

Muchos padres en realidad se dan cuenta que sus hijos se quedan despiertos por las noches, pero prefieren la seguridad de sentir a sus hijos dentro y no fuera en un mundo lleno de “peligros”. La cuestión en este sentido es identificar hasta qué punto, la tecnología puede convertirse también en un peligro.

Por esa razón fundamentalmente aumentan las investigaciones, por ejemplo sobre la práctica extendida de navegar por Internet hasta altas horas de la noche, para detectar la real incidencia que tiene en los trastornos del sueño.

Fuente: The Slogan Magazine