Estudios recientes han demostrado que el correcto uso de protectores solares disminuye en un 40% el riesgo de desarrollar carcinoma espinocelular (cáncer de piel) y reduce también en un 24% el desarrollo de lesiones precancerosas. Más allá de estas graves enfermedades de la piel, una irresponsable exposición al sol nos puede traer consecuencias inmediatas y molestas como la inflamación cutánea (quemadura solar) que comienza con un enrojecimiento que arde y que puede llegar a provocar edema, dolor e incluso sacarnos ampollas en la piel.

De continuar con esta conducta, con el tiempo se producirá el envejecimiento de la piel con la aparición de manchas pigmentadas y lamentablemente puede conllevar un cáncer de piel. Los rayos UVA y UVB que emite el sol penetran en la piel y son los causantes de estos inconvenientes.

Por ello, destacan los especialistas, es importante usar protectores solares para prevenir cualquier contrariedad producto de esta exposición. Los fotoprotectores deben emplearse de forma abundante en toda la zona que quede expuesta al sol sin olvidar nunca, ingles, lóbulos de las orejas y labios. Al aplicarlos la piel debe estar limpia y seca y debemos hacerlo de 15 a 30 minutos antes de la exposición al sol. Además hay que evitar el uso de colonias o perfumes antes de exponerse ya que favorecen la irritación de la piel. Para una mejor cobertura, el fotoprotector a utilizar debe ser de elevado FPS (Factor de Protección Solar) y resistente al agua.

Cada uno debe tratar de saber que tipo de piel tiene (fototipo) para estar al tanto sobre qué factor de protección utilizar. Según nuestro color de piel, ojos o cabello podemos conocer nuestro fototipo. Pieles más blancas son más vulnerables al sol por lo que necesitarán un factor de protección más elevado que pieles más oscuras. Tener un mayor conocimiento sobre nuestra piel y sobre los protectores solares nos ayudará a tener mayor cuidado y poder disfrutar del sol de forma saludable en el verano.

La inflamación producto de una excesiva exposición al sol puede ser aliviada con la utilización de productos postsolares que ayudan a rehidratar la piel y a aliviar los dolores causados por el enrojecimiento y el edema que se pueda formar. También la medicina de hoy en día permite tratar la piel que ha perdido elasticidad y se ha deshidratado por el sol.

Se puede rehidratar la piel dañada con vitaminas o con ácido hialurónico. Asimismo se pueden tratar lesiones pigmentadas y vasculares con IPL o láser y si hay flacidez se puede utilizar Radiofrecuencia para solucionarlo. Pero verdaderamente lo mejor y lo más recomendable es evitar todos estos problemas previniéndolos con el correcto uso de fotoprotectores.

Fuente: Sociedad Española de Medicina Estética