Habló y, como de costumbre, levantó polvareda. Los dichos de James Watson (premio Nobel de Medicina o Fisiología 1962 compartido por descubrir la estructura del ADN) fueron publicados por el diario londinense Sunday Times.
En su edición del 14 de octubre el periódico dio a conocer una entrevista que el prestigioso científico diera a una ex colaboradora, Charlotte Hunt-Grubbe. Durante la charla, la investigadora recuerda cómo conoció a Watson 10 años atrás, mientras él buscaba a un chico y a una chica (que resulto ser ella) para llevarlos a trabajar a su laboratorio en EE.UU. La charla repasa la niñez de Watson en Chicago, su ingreso a la universidad de dicha ciudad a los 15 años (“siempre pensé que entré porque a ellos mi madre les caía bien” dice Watson, recordando a su progenitora que conocía al encargado de los ingresos) y su llegada al laboratorio Cold Spring Harbor a los 20 años como estudiante de un curso de verano.
Hunt-Grubbe también pinta a Watson como un científico con una avidez constante, e intacta a sus 79 años, de nuevos desafíos intelectuales. En la entrevista se menciona otra carácterística del “padrino”del ADN: su tendencia a expresar sus puntos de vista sin demasiados miramientos.
Cerca de 10 años atrás declaró que si una mujer pudiera detectar que iba a tener un hijo homosexual, debería tener el derecho de abortarlo, ya que, por sentido común, la mayoría de las mujeres quieren tener nietos. En la misma línea de pensamiento, Watson respalda las ideas del ex presidente de la Universidad de Harvard (ex justamente por sus ideas), quien declaró que el bajo número de mujeres científicas en la universidad se debía a diferencias innatas entre los sexos (“una teoría impopular, pero no infundada” de acuerdo al premio Nobel).
En el año 2000 generó otro debate al jugar con la hipótesis de que había una conexión entre el color de la piel y el impulso sexual. Todo lo que tienda a estereotipar a un determinado grupo social es considerado como discriminatorio en otras sociedades, un concepto con el que los argentinos no estamos muy familiarizados.
Nuevos dichos viejas tendencias
Watson volvió a tirar otra idea bomba en la entrevista del 14 de octubre: dijo que “el panorama en Africa es sombrío dado que todas las políticas sociales están basadas en el hecho de que la inteligencia de los africanos es igual a la nuestra, mientras que todos los experimentos dicen que no es así”.
“No hay razón firme para anticipar que las capacidades intelectuales de gente separada geográficamente en su evolución deben haberse desarrollado identicamente”, agrega el Nobel. “Nuestro deseo de que el poder para razonar es una herencia universal de la humanidad no será suficiente para que sea así”.
Sus declaraciones no cayeron en oídos sordos: el Museo de Ciencia de Londres canceló una charla que Watson debía dar la misma semana que su entrevista fue publicada. Entre las numerosas expresiones de rechazo a las ideas del Nobel, se encuentra el comunicado emitido por la indignada Federación de Científicos Norteamericanos, la cual lamenta que el científico “haya elegido su posición única para promover prejuicios personales que son racistas, viciados y sin respaldo científico”. Esto no es un punto menor: Watson sabe que, siendo un científico, sus afirmaciones deben estar respaldadas por la experimentación y que, por ende, sería interesante que don James mostrara los trabajos científicos que respaldan sus aseveraciones. Si no, sus palabras son solo eso: palabras iguales en peso e importancia a las de cualquier otro mortal.
Salvo que Watson, tan enamorado de la actividad mental que es indispensable para acercarse a nuevos descubrimientos o para desechar lo que no es útil, esté jugando con su audiencia. Aguijoneando a la opinión pública para que le demuestren que está equivocado.
¿Estará Watson motivado por una traviesa necesidad de decir algo simplemente porque se supone que eso no se dice o de eso no se habla?
Capacidad científica–trato social= fracaso
Aunque sus declaraciones parezcan provenir de un ser antisocial, Watson le presta una enorme atención a las relaciones interpersonales. “No ser aburrido no es suficiente para ser un éxito en este mundo, pero ciertamente ayuda”, dice al respecto. El título de su libro más reciente, “Avoid boring people”, tiene dos lecturas: “Evite a la gente aburrida” o “Evite aburrir a la gente”. “Los chismes son una realidad también entre los científicos”, agrega el Nobel. “Y si no estás enterado acerca de lo nuevo, estás trabajando con una mano atada detrás de tu espalda”.
Watson se toma un tiempo para hablar sobre la falta de tacto social de su colega y competidora, Rosalind Franklin (quien colaboró involuntariamente con el dato que ayudó a Watson a obtener el premio Nobel). Al final trata de disculparla: “Ellos no eligen ser de esa manera. Es horrible. Y creo que la ciencia selecciona a la gente extraña (para trabajar) porque uno piensa que al lidiar con ideas no tiene que lidiar con gente. Pero en el momento que estas en la ciencia y te das cuenta de que no podés tratar con otra gente, estás en enorme desventaja”.
La evidencia argentina
Me pregunto qué diría Watson sobre su hipótesis acerca de la conexión entre color de piel e inteligencia si estuviera en Argentina, o más precisamente en Rosario. ¿Qué diría el famoso investigador si viera como gente blanca (aunque para el seríamos hispánicos) también tiene la capacidad de hacer cosas muy tontas que ponen en riesgo sus vidas, la de sus seres queridos e incluso la seguridad de seres desconocidos? Sería interesante observar la reacción de Watson al ver como muchos rosarinos manejan sus autos adornados con simpáticas (y peligrosas) lucecitas delanteras azules que reemplazan a las requeridas (y necesarias) luces blancas. O como muchos adultos se desplazan en ciclomotores minúsculos llevando bebés y niños de corta edad como si fueran a audicionar para el Cirque du Soleil.
Independientemente de si Watson realmente piensa lo que dijo o si solo fue la travesura de una mente incansable, es indudable que los rosarinos podemos dar fe de que no hay relación entre color de piel y capacidad para actuar tontamente. Y las noticias son un claro ejemplo de que en todo el planeta los seres humanos seguimos manifestando nuestra capacidad para hacer las cosas de manera de obtener resultados desastrosos. Elemental Watson: la tontería no tiene color.