Se crió entre dedales, puntadas, acordes musicales. El prestigioso modisto Emanuel Ungaro nació en la Provenza en el seno de una familia vital, alegre y amante de las artes.

El que más tarde se convertiría en un afamado modisto, hijo, nieto y sobrino de sastres italianos de Brindisi emigrados a Francia, dio su primera puntada a los seis años, el niño Emanuel, segundo de los seis Ungaro, emprendió así un camino que ya nunca abandonaría.

De su padre aprendió también el desapego a la tierra. A los 22 años, se mudó a París donde tres años más tarde empezó a diseñar para la Casa de Cristóbal Balenciaga. Del maestro español no sólo aprendió la importancia de la perfección sino a manejar colores y líneas para crear grandes clásicos.

Sin embargo, renunció luego de tres años y se fue a trabajar para André Courrèges. En 1965, Ungaro fundó su propia casa de moda en París con la asistencia de Sonja Knapp y Elena Bruna Fassio, que pronto se impuso en la escena internacional gracias a su sentido del color y a la sensualidad de sus creaciones. Ungaro cose y corta; no dibuja ni se explica: sueña sus vestidos. Su primera colección fue de sólo veinte piezas, en las que se percibía claramente la influencia de de Courrège, con líneas geométricas, futuristas, con reminiscencias espaciales,

En 1968 creó su primera colección de prêt-à-porter Parallèle con la que abrió su boutique en la avenida Montaigne en París.

Durante varios años experimentó con diferentes looks, hasta que a finales de los 70 desarrolló lo que sellaría su estilo único, prendas donde se combinan flores, cuadros y rayas creando caos y elegancia donde resaltan los colores vibrantes inspirados en la campiña provenzal de la infancia. Drapeados ubicados estratégicamente, provocando sensualidad y riqueza sin vulgaridad. El modisto diseña para una mujer sexy, seductora, toda sex appeal, que ha de saber qué le sienta bien, habitar el vestido. Sus siluetas ultrafemeninas fueron el epítome de la moda de los años ochenta.

La Casa Emanuel Ungaro se extendió para incluir más boutiques y comerciar a nivel mundial, se hizo cada vez más grande, hasta su fusión, en 1996, con la marca Ferragamo.

Un año después, esta sociedad se unió a Bulgari para crear la empresa Emanuel Ungaro Parfums, comenzando su camino en el mundo de la cosmética diseñando varias fragancias “El perfume es una prolongación del espíritu, afirma la personalidad. No hay nada peor que una mujer desprendiendo un olor que no le va”.

Diseñó por casi cincuenta años, hasta la primavera de 2002 donde presentó su última colección ready to wear.
En 2005, la marca Emanuel Ungaro fue vendida al magnate pakistaní Asim Abdullah.