El consumo de alcohol en la madre tiene un impacto a largo plazo el desarrollo cerebral de los bebés, porque afecta la programación de los principales genes del desarrollo neurológico y su resultado es la reducción cognitiva y efectos conductuales adversos en el niño. A esta conclusión llegó un estudio realizado por científicos del Hospital Universitario de Erlangen en Alemania que buscó signos de exposición al alcohol en las heces de los recién nacidos. El artículo fue publicado en la revista Frontiers Behavioral Neuroscience y reproducido en el portal elespectador.com.

El alcohol es tóxico para el feto durante los nueve meses de gestación. Cuando una embarazada consume alcohol, este pasa a través de su torrente sanguíneo directamente hacia el intestino del feto, donde se acumula en el excremento. Estos bebés pueden nacer con un síndrome alcohólico fetal, que se asocia a problemas físicos, cognitivos y de comportamiento, como retrasos en el crecimiento y el desarrollo, anomalías faciales y disfunciones cerebrales. Se estima que una de cada 67 embarazadas que consumen alcohol darán a luz a un niño con síndrome alcohólico fetal, lo que se traduce en unos 119.000 niños que nacen cada año con dicho síndrome en todo el mundo. En Latinoamérica se relacionan estos casos a madres adolescentes que consumen alcohol y no sabían que estaban embarazadas.

Efecto en el Coeficiente intelectual (IQ)

Los investigadores realizaron un estudio de seguimiento y evaluación entre el 2005 y el 2007, con 1.100 mujeres embarazadas mayores de 18 años y luego analizaron en sus recién nacidos signos de exposición al alcohol en las heces (midieron la cantidad de una sustancia química llamada glucurónido de etilo). Luego, del 2012 al 2015, 618 familias fueron contactadas nuevamente para un estudio de seguimiento y evaluaron en los niños de 6 años o más, su coeficiente intelectual y las habilidades de atención.

El glucurónido de etilo está formado por el hígado cuando descompone el alcohol. Debido a que pequeñas cantidades de glucurónido de etilo pueden provenir del alcohol en el enjuague bucal y los medicamentos, los investigadores utilizaron un punto de corte para reflejar el consumo de al menos dos bebidas alcohólicas por mes durante el embarazo. Por encima de este límite, encontraron que los niños cuyas madres bebieron durante el embarazo obtuvieron 4 puntos menos en promedio en una prueba de cociente intelectual que aquellos cuyas madres se abstuvieron. También encontraron que los niños de un año cuyas madres bebieron pequeñas cantidades de alcohol durante el embarazo tenían diferencias sutiles en la forma de la cara.

Ningún nivel de consumo de alcohol es seguro

Los niños cuyas madres bebieron durante el embarazo también habían sufrido alteraciones de los patrones de actividad de los genes que participan en el desarrollo del cerebro. Incluso los niveles más bajos de glucurónido de etilo se asociaron con un IQ y una capacidad de atención ligeramente reducidos, lo que sugiere que ningún nivel de consumo de alcohol es seguro.

Los investigadores recomiendan no beber nada de alcohol durante el embarazo, ya que modifica algunos procesos biológicos en las células de la madre y el niño. Por ello, la recomendación para las mujeres embarazadas es que reduzcan la exposición de actividades sociales que giren en torno al alcohol, para así apoyar la abstinencia completa.

Adicionalmente, se conoce que durante el embarazo también ocurren cambios en la estructura cerebral de las embarazadas. De acuerdo a un estudio anterior, se pudo ver cambios en las regiones cerebrales responsables de las habilidades sociales de la madre, como el comprender las emociones e intenciones de los demás a partir de sus rostros. Asimismo, se puede tener pérdida de memoria baby brain (cerebro de bebé) o despiste que muchas mujeres dicen sufrir cuando están embarazadas.