Superstición y tabú abocan a los camboyanos con alguna discapacidad psíquica al rechazo social, incluso dentro del seno familiar, porque la creencia popular atribuye su estado a la presencia de espíritus y el mal karma.

Síndrome de Down, retraso mental o parálisis cerebral son algunas de las enfermedades ante las cuales muchas familias optan por ocultar al pariente que las padece.

"Los encuentras en los bajos de las casas, en las hamacas, a veces desnudos. Ahí pasan todo el día", explica a Efe Cristina Togni, asesora de New Humanity, una de las escasas organizaciones no gubernamentales (ONG) en el país dedicadas a la atención de los discapacitados psíquicos.

La vergüenza llega al extremo en ciertos casos de que los padres prefieran no inscribir en el registro al recién nacido con alguna deficiencia mental, de manera que no es de extrañar que después, oficialmente, no existan.

"Convencer a las familias para que acepten a su hijo (como es) resulta lo más difícil de nuestro trabajo. Si la familia no continúa el trabajo en casa, no se puede hacer nada", dice Togni, y añade: "No aceptamos ayudar a nadie que no esté registrado, las familias deben aceptarlo".

El director de la ONG, Hervé Roqueplan, agrega que entre sus cometidos destaca enseñar "a los padres que sus hijos tienen cualidades humanas, que tienen emociones, sentimientos".

A uno de los tres centros que gestiona New Humanity acuden una docena de niños con diversas discapacidades psíquicas que tienen en común unas quemaduras de cigarrillo en el vientre que forman un triángulo.

Son las secuelas del intento de exorcizar el espíritu causante del mal, una muestra de la superstición, las creencias populares y las prácticas de curandería.

"El problema es que la mayoría de familias no sabe qué hacer ni adónde ir", dice Roqueplan, y añade que el programa que emplean logra que "durante los primeros meses se vean muchos progresos: empiezan a
caminar, juegan, interactúan".

Las expectativas para los discapacitados y sus familias son muy precarias en un país que cuenta con media docena de psiquiatras.

El gobierno camboyano alega que prepara un proyecto de ley que beneficiará a este colectivo, pero entretanto la legislación actual les impide, por ejemplo, ejercer de profesor en una escuela porque "ofrece mal ejemplo".

"En Camboya estamos muy lejos de conseguir la integración social de los discapacitados. Nuestro objetivo es promover la dignidad de estas personas", concluye Roqueplan.

Fuente: EFE