En el barrio La Cerámica, de la zona norte rosarina, los ojos de los vecinos brillan de orgullo. Fue el gol de “Angelito”, uno de los suyos, el que logró que Argentina se quedara en Brasil este martes. Desde la escuela “El Buen Samaritano”, donde Ángel Di María cursó la primaria, le mandaron sus felicitaciones a través de las pantallas de El Tres. Y de yapa, un deseo: “Que vuelva a Central”.

Consultadas por el periodista Pedro Levy de De 12 a 14, las maestras que lo tuvieron de alumno lo recordaron como un nene “muy, muy bueno y sano”. Aseguraron que aún hoy mantienen el vínculo y que cada vez que lo cruzan en el barrio, se funden en un abrazo, como si siguiera siendo un chiquito.

Y es que, pese al buen pasar económico, la familia Di María decidió quedarse en el barrio. No por nada, Fideo lleva tatuado el nombre de la calle que lo vio crecer, Pedriel.

“Siempre que viene de Europa está en la calle Pedriel; y me abraza y me besa como si fuera el nene que iba al colegio”, dijo, con una sonrisa de oreja a oreja, la portera de la institución.

“Él sigue siendo amigo de sus amigos, la calle Pedriel es una marca a fuego", dijo otra que advirtió que "nada le cayó del cielo".

"Se ha entrenado mucho. Tiene lo que se merece y me alegra sinceramente”, enfatizó. 

Los chicos que ahora cursan la primaria no llegaron a conocerlo entre esas paredes pero lo ven por el barrio y lo sienten como uno más e incluso a veces, si se presta la ocasión, juegan con él a la pelota en la calle.