"Tenemos una dieta culturalmente muy monótona, que se apoya en la carne vacuna y la harina de trigo. También consumimos leche, pero eso está disminuyendo, y aún es muy bajo el consumo de otras carnes, como el pescado y el cerdo, cuyo perfil saludable mejoró muchísimo", explicó el doctor Sergio Britos, investigador del Programa de Agronegocios y Alimentos de la Facultad de Agronomía de la UBA.

Los resultados corresponden a un análisis de los datos del Ministerio de Salud, el Centro de Estudios sobre Nutrición Infantil (Cesni) y el programa de la UBA. "Nuestra canasta alimentaria está muy poco diversificada, en especial en frutas y verduras, por lo que además de comer poca cantidad no salimos de la lechuga, el tomate, la manzana, la banana o la naranja. Es verdad también que los precios de los alimentos están conspirando contra la elección de una dieta más saludable, con lo que terminamos en medio de un círculo vicioso alimentario con muchas deficiencias", señaló Britos, tras su presentación en un seminario internacional.

Siguen relegados de la mesa cotidiana productos como los lácteos, la carne de pollo, cerdo o pescado y las legumbres, además de las frutas y las verduras. Las consecuencias de esa tendencia son el mantenimiento de ciertos problemas de salud tanto por la deficiencia de ciertos nutrientes, como las vitaminas A y C, o el calcio, como por los excesos de grasas dañinas. "En la Argentina, todavía prevalecen los problemas por deficiencias, mientras que el mundo está con un grave problema por los excesos, como es la obesidad -agregó-. Observamos anemia en menores de dos años y desnutrición con retraso de talla, mientras que el «hambre», o desnutrición aguda, afecta al 1% de los menores de 6 años."

La revisión señala también que un tercio de la población infantil de hasta 6 años de edad tiene sobrepeso y que el consumo de grasas saturadas es más alto en las mujeres y los chicos. Se encuentran en alimentos como los quesos duros o cheddar, la manteca o la carne vacuna no magra.

En una dieta de unas 2000 calorías diarias se recomienda que menos del 10% de esas calorías deriven de las grasas saturadas; las evidencias demuestran que aumentan el riesgo de desarrollar diabetes tipo 2 y trastornos cardiovasculares.

Otro problema, que también favorece la aparición de esas enfermedades, son las grasas trans, los únicos ácidos grasos que aumentan el colesterol "malo" o LDL y reducen el colesterol "bueno" o HDL.

En la mesa argentina promedio, según se indicó, el 30-40% de esas grasas deriva principalmente de los productos panificados (33%), las galletitas (30%), las golosinas (18%) y las tapas de hojaldre (15%), entre otros alimentos. "Dos de cada diez calorías que se ingieren en el día provienen de la panadería, y los fines de semana pueden aumentar a tres", precisó el especialista.

Y aunque el consumo promedio general de grasas trans en la dieta local es de alrededor de 0,9% de las calorías totales de un día -la Organización Mundial de la Salud recomienda ingerir menos del 1%-, el consumo de grasas trans del 20% de los chicos de nivel socioeconómico bajo y del 50% de los de nivel socioeconómico más acomodado está "muy por encima" de lo aconsejado.
Por ahora, se explicó, la demanda de alimentos más saludables se concentra en los sectores de alto poder y lentamente se está ampliando a la clase media. "Pero los cambios que necesitamos llevarán tiempo", finalizó el investigador.

Fuente: La Nación