Decorar el arbolito, armar el pesebre, comprar los regalos, mandar tarjetas a los que están lejos, organizar la cena familiar, encargar el lechón o el vittel thoné, brindar a las doce. Detalles más detalles menos, cada diciembre la tradición se mantiene a la hora de celebrar la llegada de la Navidad.

No es la "blanca navidad" que prometen las películas yanquis (aunque el menú tradicional incluye turrones, nueces, budines y otros alimentos bien invernales), no hay Santa Claus sino Papá Noel (que se mueren de calor bajo los trajes y bigotes), los villancicos quedaron en el olvido (aunque los cantantes pop arremeten con compilados navideños a la espera de llenar sus arcas). Pero es Navidad, no hay con qué darle.

La Navidad es una de las principales fiestas cristianas, junto a la Pascua. Pero hoy en día la religión no parece ser un hecho determinate a la hora de la celebración: de hecho, adhieren al festejo personas de diferentes creencias. Tampoco se puede establecer cuándo comenzó la tradición. Los estudiosos aseguran que Jesús nació en otra época del año. Pero, a mediados del siglo IV, el Papa Julio I estableció que se celebraría cada 25 de diciembre, día próximo a muchas fiestas del solsticio de invierno que se celebraba en la antigüedad.

Hay poca información confiable sobre cómo nacieron algunos mitos y tradiciones de esta época. Pero algunas de las historias valen la pena, al menos por lo coloridas.

Dicen que la tradición del árbol de Navidad tuvo su origen en una leyenda europea, en la que una pareja que vivía en un campo dio albergue en una noche de invierno a un chico, al que dieron de comer y dejaron dormir en su hogar. Cuenta que durante la noche el nene se convirtió en un ángel y les reveló que era Dios. Para recompensar la bondad de la pareja, les dio una rama de un pino y les dijo que la sembraran, prometiéndoles que cada año daría frutos. Y así fue: aquel árbol dio manzanas de oro y nueces de plata.

Dicen que la costumbre de decorar el arbolito viene de los primeros alemanes, que en invierno cuando los árboles del bosque se quedaban sin hojas los vestían con diferentes elementos para que los buenos espíritus que vivían en ellos no se alejaran.

Dicen que la figura de Papá Noel está inspirada en un obispo turco, que era muy popular por su bondad y generosidad con los pobres.

Dicen que la idea de armar el pesebre la tuvo San Francisco de Asis, quien viajó a Belén y quedó asombrado de cómo celebraban ahí la Navidad. Entonces lepidió autorización al Papa Honorio III para representar el nacimiento de Jesús con un pesebre viviente. Y lo que sigue es historia conocida.

Dicen muchas cosas y, en el fondo, poco importa que sean verdaderas o no. Lo concreto es que cada Navidad, sin importar el lugar del mundo donde se viva, importar la temperatura que marque el termómetro o la cantidad de dinero que se tenga en el bolsillo las tradiciones se repiten. Navidad es Navidad. Y el deseo es que los lectores de Rosario3.com la disfruten con los que más quieren.