Las invitaciones que circularon en la semana previa, con la leyenda “No dance floor” (“Sin pista de baile”), ya lo aclaraban, y ése parece ser el leitmotiv del nuevo Esperanto: luego de una clausura
de 40 días por tergiversar el rubro para el que fue habilitado, el polémico local de Presidente Roca y Zeballos reabrió sus puertas, pero con celosos controles para que nadie se atreva a mover el cuerpo.

La reinauguración fue el sábado a la noche, con un “cocktel vip” en horas de la cena al que luego se sumó el público que pagó su entrada y permaneció en el sofisticado espacio nocturno hasta las primeras horas de la madrugada.

La música, casi siempre electrónica –salvo un rato de jazz mientras el catering permanecía en las mesas– fue ganando algunos decibeles y también ritmo con el transcurso de la velada, pero eso sí: nadie pudo bailar.

Aquél que se dejaba llevar por un tema y se animaba a algún meneo, por mínimo que fuera, recibía enseguida sobre sus ropas un puntero láser verde, o la invitación personalizada del staff de seguridad que amablemente recordaba: “Por favor, ningún tipo de movimiento. No se puede bailar”.

Es que Esperanto Rosario, a diferencia de sus hermanos mayores de Capital Federal y Mar del Plata, no fue habilitado como boliche sino como resto-bar, donde a lo sumo puede disfrutarse de una “amenización musical”, como contemplan las ordenanzas vigentes.

“Vamos a ser claros en el funcionamiento para evitar problemas”, adelantó el gerenciador del local, Hernán Capucci, en la semana previa a la reapertura, y por ahora esa idea se cumplió. Anunció además que se va apuntará a explotar el horario del after office, con mayores de 25 años. Abrirá de miércoles a domingos, desde las 18.

Segunda etapa

Esperanto funcionó ocho semanas antes del cierre preventivo. El pasado 19 de octubre, por orden de la Justicia de Faltas municipal, la Dirección de Inspección clausuró por 40 días el espacio.

Una jueza decidió la clausura por la tergiversación de rubro que comprobó la Dirección de Inspección durante “varios fines de semana”. Lo que pasaba es que la gente bailaba en el lugar, a pesar de que no estaba habilitado para ello.

Ante la evidencia, se decidió la clausura provisoria y se puso una serie de requisitos para la reapertura. Si una vez reabierto –se advirtió por entonces– vuelve a producirse la misma situación puede sobrevenir la clausura definitiva.