Según datos de la Organización Mundial de la Salud, entre el 15 y el 30% de la población mundial podría padecer alergia a una variedad de polen. Una encuesta realizada en Santa Rosa sobre afecciones alérgicas arrojó una cifra cercana al 10% y confirmó que el grupo más afectado es el de los niños. “No siempre la gente concurre a la consulta con el médico. Entonces desconoce que está padeciendo alergia a algún tipo de polen”, explicó Valeria Caramuti, directora del laboratorio de Análisis Palinológicos, a Argentina Investiga. La polinosis -trastorno alérgico estacional producido por algún tipo de polen- se manifiesta en afecciones como la rinoconjuntivitis, el sarpullido y los espasmos.

Cada estación polínica, es decir, cada etapa en que los diferentes tipos de polen se suceden en la atmósfera, comienza en julio de un año y finaliza en junio del año siguiente. Así, los primeros resultados obtenidos para el período en el que comenzó el estudio del laboratorio de Análisis Palinológicos (2007-2008) demostraron la prevalencia del polen arbóreo en el período inverno-primaveral. Se detectaron 39 tipos polínicos en el aire, lo que representó el 58% del total encontrado. La mayor cantidad de polen capturado correspondió a la familia de las cupresáceas, entre las que se encuentran cipreses y tuyas. También fue importante el polen de fresnos, olmos, ligustros, olivos y plátanos, todas especies representativas del arbolado urbano de la ciudad.

En el período primavero-estival predominó el polen de origen herbáceo. En este grupo las más abundantes fueron las gramíneas, como la gramilla y los cereales, y las quenopodiáceas, como el cardo ruso y la quinoa; seguidas de las familias de las urticáceas, como la ortiga y la parietaria, y de las compuestas, como el ajenjo y la ambrosia. Todos estos tipos polínicos son alergógenos.

El arbolado de alineación de Santa Rosa está compuesto en su mayoría por especies introducidas. Sin embargo, también se encontraron en el espectro polínico, granos de polen de ciertas especies nativas. Lo que aún no se sabe es si son alergógenos. De hecho, los kits para diagnosticar alergias al polen se producen en el extranjero. Por lo tanto, no contienen información sobre especies nativas.

Apelar a la diversidad de especies empleadas para el arbolado urbano y procurar la utilización de aquellas que son polinizadas por insectos, es la recomendación de Caramuti. En general, estas especies presentan flores vistosas y son menos alergógenas que las que son polinizadas por el viento. Según el censo de arbolado realizado en el estudio en la zona centro, el 47% de los árboles corresponde a especies que producen polen causante de alergias.

Por ello, es importante considerar el potencial alergénico de las especies entre los criterios que se utilizan para seleccionar árboles que formarán parte del paisaje urbano local. En este sentido, los datos de este estudio podrían servir para los organismos encargados de la gestión y planificación de los espacios verdes y el arbolado de alineación. Aquellos podrían considerar especies que, además de cumplir con las funciones ambientales tradicionales, no afecten a la salud de los habitantes por sensibilización alérgica.

Vale destacar la importancia de la identificación del potencial alergénico de las distintas especies, tanto introducidas como nativas para poder prevenir los distintos tipos de polinosis que puedan afectar a la población.

La metodología empleada para muestrear el polen aéreo es la que cumple con el estándar internacional. Por lo tanto, los datos obtenidos hacen posible la comparación con otras estaciones de monitoreo aeropolínico instaladas en diversas partes del mundo. El muestreador se encuentra ubicado a 15 metros de altura, en la terraza de la sede central de la Universidad Nacional de La Pampa, en el centro de la ciudad. Este captador aspira unos 10 litros de aire por minuto, esto es un volumen similar al que aspira una persona. El aire con polen ingresa por una boquilla orientada en la dirección del viento predominante gracias a una veleta incorporada. Los granos quedan retenidos en una cinta impregnada con silicona que está montada sobre un tambor con un mecanismo de relojería que efectúa un giro completo cada semana. Una vez retirada la cinta, se corta en fragmentos, que se procesan y se observan en el microscopio. De esta forma, se identifican y se cuentan los granos de polen. Su concentración se expresa en granos de polen por metro cúbico (m3) de aire.

Esta tecnología permite detectar qué día, e incluso a qué hora, se produce la mayor concentración de granos. Así, para fines de agosto del primer período estudiado se registró el pico polínico anual con 1.585 granos/m3 de aire, concentración considerada como muy alta en relación a las alergias, según la Academia Americana de Alergia, Asma e Inmunología.

Fuente: Universidad Nacional de La Pampa