El hacker, a secas, ya fue. Ahora se impone el biohacker, o al menos es lo que pensó el Tim Cannon al implantarse un sensor biométrico bajo la piel. La mini computadora fue bautizada como Circadia 1.0 y viene tuneada con luces LED.

El aparato desarrollado por él mismo le permite, por el momento, vigilar la temperatura de su cuerpo aunque la idea es que, en un futuro, pueda registrar otros signos vitales.

El dispositivo se conecta de modo inalábrico (obvio) a cualquier aparto con Android  y le envía a Cannon un mensaje de texto sobre las variaciones térmicas.

Como el sensor está ubicado debajo de un tatuaje que Cannon tiene en un brazo, las luces le dan un apecto distinto al dibujo.