“El frío o el calor no es tan importante sino los temporales que pueden durar cuarenta días. Hubo días en los que le ordené que los marineros subieran porque en el casco nos caímos mientras fileteábamos el pescado”, cuenta Julia Ruiz Moreno, quien asegura que en algunas ocasiones el capitán debió llevar el barco a una bahía para proteger a la tripulación.

Pero, para la contramaestre existe otro tipo de contrariedades y están vinculadas a su género y la dificultad que enfrenta a la hora de crecer en un universo ligado a los varones. “Te dicen que vos sos mujer y que la mayoría de los marineros son hombres y descreen de tu capacidad de trabajo, piensan que con vos en el barco van a tener que hacer doble trabajo”, explica y advierte: “Nunca tuve un problema de tipo sexual”.

Julia tuvo que adaptar su comportamiento al de los varones, plagados de códigos y formas que debía conocer e imitar para ser una más. “Yo no puedo levantarme y decirle a mis compañeros «Hola» y darles un beso porque lo van a interpretar mal. Yo los trato como ellos se tratan”. Y se sincera con una media sonrisa: “Igual yo nunca fui cariñosa así que no me costó. Nunca fui demostrativa pero tampoco lo puedo hacer. Tengo algunos amigos, pero en el barco son todos iguales”.