Google Book Search y la empresa On Demand Books anunciaron un acuerdo que permitirá imprimir a medida, en todo el mundo y en apenas cuatro minutos, los dos millones de libros que Google ha escaneado a lo largo de los últimos cinco años y cuyos derechos de autor ya no están vigentes

Si el megabuscador consigue ganar la disputa que actualmente mantiene con gran parte del sector editorial en relación a los libros que aún tienen copyright, otros cuatro millones de obras podrían entrar en el acuerdo, convirtiendo la impresión instantánea de prácticamente cualquier libro en una realidad, aunque de momento, todo juega en su contra.

Google se enfrenta a más de 400 alegaciones contra el acuerdo editorial que firmó el pasado año y que de momento no tiene visos de ratificarse. No obstante On Demand Books podrá imprimir a partir del 29 de septiembre esos dos millones de libros mencionados en su Espresso Book Machine, con capacidad para imprimir 300 páginas en blanco y negro y una portada en color en apenas cuatro minutos. Con un gasto de unos tres dólares en materiales. Su precio es de 100.000 dólares, por lo que hasta ahora la tienen un grupo de universidades, bibliotecas y librerías en apenas cuatro países -Estados Unidos, Canadá, Reino Unido y Egipto-, pero si aumentara su demanda el precio bajaría sustancialmente, algo que este acuerdo podría impulsar. Además On Demand Books también ofrece la posibilidad de alquilarla.

Todo lo que ingrese Google, por ahora, dicen que se donará a causas benéficas, una decisión sin duda motivada por la investigación por monopolio a la que está sometida actualmente por parte del Departamento de Justicia estadounidense y cuyas primeras conclusiones también se conocerán en octubre. "Esto es una revolución. Ahora el contenido está centralizado pero la distribución se descentraliza", afirmó ayer Dane Neller, presidente de On Demand Books tras anunciar el acuerdo. Su idea es que su impresora se popularice entre los propietarios de librerías pequeñas, de forma que puedan competir con Amazon.

Fuente: El País – España