Según las estimaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS) más de 350 millones de personas en todo el planeta padecen depresión. Una prevalencia desmesurada que se explica, cuando menos parcialmente, por la gran dificultad que plantea su tratamiento. No en vano, no solo la mitad de los pacientes no responde a los antidepresivos más comunes, sino que hasta una tercera parte es resistente a todos los tratamientos disponibles. Pero, ¿cómo saber si una persona responderá al tratamiento con antidepresivos? Un aspecto a tener muy en cuenta dado que los antidepresivos, como todos los fármacos, no son ‘inocuos’ y siempre provocan efectos secundarios. Pues la verdad es que no se sabe. O así ha sido hasta ahora, dado que investigadores de la Facultad de Medicina de la Universidad de Stanford (EE.UU.) parecen haber hallado la forma de anticipar si un paciente responderá o no al tratamiento. Y para ello solo hay que tomar una muestra de sangre, según abc.

Como explica Carla Nasca, directora de esta investigación publicada en la revista «Proceedings of the National Academy of Sciences», «en los pacientes con depresión debe haber algo que está ocasionado un problema en los mecanismos relacionados con la biología de la acetil-L-carnitina. Y de manera sorprendente, la deficiencia de esta acetil-L-carnitina es incluso mayor en los pacientes que no responden a los antidepresivos convencionales».

En definitiva, y de manera similar a como sucede en los roedores, parece que la acetil-L-carnitina también está implicada en el desarrollo de la depresión en humanos. De hecho, parece que sus niveles se encuentran no solo relacionados con la respueta a los tratamientos, sino con la gravedad de la enfermedad. Tal es así que, como refiere Natalie Rasgon, co-autora de la investigación, «en nuestro trabajo hemos identificado un nuevo e importante biomarcador de la depresión mayor».

Pero aún hay más. El estudio, destacan los autores, «también abre la puerta al posible desarrollo de una nueva clase de antidepresivos libres de efectos adversos y con un inicio de acción mucho más rápida que los actualmente disponibles. Unos fármacos potenciales que, además, podrían resultar de especial ayuda para aquellos pacientes en los que los tratamientos actuales no funcionan o han dejado de funcionar».