El uso medicinal de las aguas termales es remoto. Ya en la antigua Grecia, Hipócrates hizo referencia a la utilización del agua para el tratamiento de diversas afecciones en su De los aires, aguas y lugares. En la Roma imperial Plinio “el viejo” aplicó las prácticas hidroterápicas como remedio soberano. Para la fabulosa civilización Maya, los baños de vapor seguidos de aplicaciones de agua fría, eran considerados excelentes medios para robustecer la salud. Hoy, miles de personas alrededor del mundo recurren al termalismo como complemento de la medicina tradicional.

Más allá de proporcionar un estado de indefinible relax, las aguas termales son utilizadas en diversas terapias. Afecciones pulmonares, digestivas, dermatológicas y hasta patologías articulares son tratadas por medio de la hidrología médica que, aunque es poco probable que cure completamente, detiene procesos dolorosos crónicos y permite, en algunos casos, que se reduzca la ingesta de medicamentos.
“Los tratamientos con aguas termales son económicos, tienen mucha efectividad y casi no tienen efectos secundarios. Además, son muy eficaces para mejoras la calidad de vida de los usuarios”, cuenta el doctor Néstor Ficosecco, médico especialista en hidrología e investigador en la materia.

Lejos de ser el agua lo único que produce bienestar al organismo, los especialistas aprovechan todos los elementos de los estanques termales en pos de la salud. Según la Cámara Argentina de Turismo de Salud es debido a su composición química, componentes biológicos y características físicas, que el lodo, el agua y hasta el vapor pueden convertirse en la base de diversas terapias.

Uno de los tratamientos más comunes es el basado en la inhalación de vapores sulfurosos para pacientes con patologías respiratorias. Produce un efecto local y sistémico por la absorción de azufre que, al igual que las nebulizaciones, regeneran el tejido normal del aparato respiratorio, estimulan la actividad ciliar, tienen una acción mucolítica e incrementan las inmunoglobulinas A. Esto beneficia a pacientes con rinitis crónica, sinusitis, laringe traqueitis crónica, bronquitis y asma.

En cuanto a las afecciones digestivas, las terapias hidropínicas son aquellas en las que se administra agua mineromedicinal por vía oral. Estos tratamientos se indican en patologías intestinales, biliares, urinarias y hemopatías.

Los tratamientos dermatológicos, ostearticulares y estéticos consisten en la aplicación de fangos, agua y algas sulfatadas. Estos procedimientos también son utilizados para tratamientos de enfermedades como la psoriasis y úlceras de piel por trastornos circulatorios.

En la Argentina, es poco común que los médicos utilicen al termalismo como complemento de sus terapias. Según Ficosecco, esta lógica responde a cuestiones determinadas: “muchos médicos no están al tanto de las propiedades de los recursos termales. Además, los centros termales no realizan investigaciones académicas y son pocos los que trabajan como centro de salud. En países como Italia y Nueva Zelanda los médicos aconsejan ir a una terma, incluso están reconocidos en las obras sociales. Aquí, da la sensación de que conviene más su uso recreacional que su uso en salud”.

Fuente: Agencia CTyS