La conmemoración del 50 aniversario de la revolución popular contra las tropas soviéticas en Hungría fue acompañada este lunes en Budapest por varias manifestaciones contra el gobierno del socialdemócrata Ferenc Gyurcsány. En varios puntos de la capital la policía empleó gases lacrimógenos y cañones de agua con pintura para reconocer a los manifestantes mientras dignatarios de una cincuentena de países asistían a los actos oficiales de esta memorable fecha.
Las protestas antigubernamentales de este lunes son la continuación de las empezadas hace más de un mes, cuando se filtró a la prensa que Gyurcsány había mentido sobre la crítica situación del país para ganar las elecciones generales del pasado abril.
Efectivos antidisturbios de la policía se hallaban apostados por la tarde en el centro de Budapest, cerca del Parlamento, y dispararon gases lacrimógenos para dispersar a cientos de personas que pedían la dimisión de Gyurcsány. Por la tarde, helicópteros de la policía sobrevolaban sin cesar la zona donde se habían concentrado unas 3 mil personas para seguir los movimientos de los manifestantes, a los que se instó a abandonar las calles céntricas ya que de lo contrario serían desalojados por las fuerzas del orden.
Entre los manifestantes había también cabezas rapadas, que están generalmente adheridos a grupos políticos de extrema derecha en Hungría.
El mayor partido de la oposición conservadora, el Fidesz, convocó una protesta hoy en la que participó el presidente del Parlamento Popular Europeo (PPE), el holandés Wilfried Martens. Este político dijo que el cambio de sistema en Hungría no fue una obra de los comunistas reformistas, sino de los opositores como Viktor Orbán, jefe de Fidesz, partido que ha organizado últimamente los movimientos de protesta contra Gyurcsány.
Los conservadores lograron hoy congregar a unas 40 mil personas en las inmediaciones del centro de Budapest, según la prensa local, para protestar contra el gobierno actual.
Tras una sesión solemne celebrada en el Parlamento de la capital, varios de los invitados extranjeros asistieron por la tarde a una emotiva ceremonia en el cementerio Uj Koeztemetoe de Budapest. Allí reposan los restos de centenares de víctimas de las purgas políticas que siguieron al aplastamiento de la revolución popular en octubre y noviembre de 1956.
Entre las tumbas de ejecutados se hallan la del primer ministro Imre Nagy, que encabezó en 1956 la revolución para independizarse de la hegemonía soviética y que fue ejecutado tras un juicio en 1958. Otra lápida que llama la atención es la del joven Peter Mansfeld, que tuvo que esperar dos años, hasta 1958, para cumplir la mayoría de edad, a los 18 años, y poder ser ejecutado.
Un testigo septuagenario de los acontecimientos que pidió no ser identificado relató a Efe que hace cincuenta años la gente se rebeló contra la mentira igual a como lo hace ahora, en alusión a las recientes protestas contra Gyurcsány.
El contagio por la revolución fue general, tanto entre jóvenes como mayores, explicó el anciano que era en aquella época estudiante de derecho en la Universidad de Budapest, foco de las movilizaciones estudiantiles contra el comunismo del Partido de los Trabajadores Húngaros (MDP).
Los enfrentamientos de hace 50 años causaron más de 2.500 muertos, numerosos heridos y un éxodo a diversos países occidentales de unas 200 mil personas, que en su gran mayoría no regresó a su país natal.
La jornada comenzó este lunes con una ofrenda floral en la plaza Kossuth, ante el Parlamento por parte de los representantes de 56 países invitados, que en muchos casos acogieron a los fugitivos húngaros tras la represión armada por las tropas soviéticas.
En los actos también se divulgó la llamada "Declaración de la Libertad" para honrar a los héroes de la revolución del 56 con un texto que rezaba que "un segundo histórico bastó para desarticular la dictadura soviética y un pueblo pudo superarse a sí mismo en su lucha por la libertad y dio un ejemplo al mundo".
Entre los asistentes figuraban el rey de Noruega Harald V, los presidentes de Alemania, Horst Koehler, y de Austria, Heinz Fischer, así como el primer ministro holandés, Jan Peter Balkenende, entre otras personalidades. El rey de España Juan Carlos I también participó en los actos de ayer, asistiendo junto con los invitados, a un concierto en la Opera de Budapest, en el que se interpretó la Obertura Egmont de Beethoven, el himno simbólico en las manifestaciones del 56 en Hungría.
El programa oficial de este aniversario durará hasta el 4 de noviembre, fecha en que la revolución fue aplastada definitivamente por las fuerzas militares soviéticas.
Fuente: EFE