El desarrollo de ciertas formas de cáncer está relacionado con mutaciones en el genoma y la proliferación sin control de células con el material genético dañado. Diferentes mecanismos de reparación se activan frente a errores en el ADN, para repararlo y evitar que se transmitan a las células hijas.

Para ello la célula entra en arresto celular, una especie de pausa en su ciclo normal de división. Normalmente, si logra reparar el ADN, retoma su ciclo de vida. Si no, activa un proceso de muerte celular programada conocido como apoptosis. Pero si estos mecanismos de control y reparación no funcionan, las mutaciones se perpetúan y pueden dar origen a diferentes formas de cáncer.

Investigadores argentinos identificaron una modificación que puede sufrir una proteína y que la convierte en un blanco potencial para el desarrollo de nuevas drogas para el tratamiento del cáncer. El trabajo fue publicado en el Journal of Biological Chemistry.

En el transcurso de su estudio descubrieron que una pequeña proteína llamada SUMO (pequeño modificador relacionado con la ubiquitina, por su sigla en inglés), se adosa a otra proteína, hnRNP K, y esta conjugación de moléculas activa el programa celular de arresto, que impediría que las células que sufrieron algún tipo de daño en el ADN se repliquen.

“En ese momento, SUMO funciona como una pequeña ‘marca’ en otra proteína llamada hnRNP K, una importante colaboradora de p53, la principal molécula involucrada en los procesos de control del ciclo celular por daño del ADN”, explica Federico Pelisch, investigador del CONICET en el Instituto de Fisiología, Biología Molecular y Neurociencias (IFIBYNE, UBA-CONICET) y primer autor del trabajo.

Cuando las células están expuestas a agentes que dañan su ADN, como la luz UV, reaccionan aumentando su concentración de p53, lo que conduce, en ciertas condiciones, al arresto celular. Si este mecanismo no está presente las células pueden morir a consecuencia de las mutaciones o sobrevivir y proliferar pero con un genoma dañado y dar origen a diferentes tumores.

Fuente: Conicet