En su adolescencia “Indiego Jones” conoció a Indiana y no pudo olvidarlo, estaba en sus juegos y en su imaginación: “Mi abuela me llevó al cine en 1989 cuando llegó al país la tercera película. Antes había visto por video la primera y la segunda (Cazadores del Arca Perdida e Indiana Jones y el templo de la perdición) y en casa, con mi hermano no paramos de hacer trampas. Mi vieja nos quería matar”.

Sin sospecharlo, ya estaba atrapado: “Durante la adolescencia, nunca dejó de gustarme el personaje, ni las películas y la forma en que abordan la arqueología. Me gustan mucho los viajes, me dedico al turismo”. Años después, con la llegada de Internet hubo un reencuentro y Diego empezó a visitar páginas especializadas y foros.

Durante esa época, investigó todo acerca de Jones: el origen del personaje, los detalles de su vestuario –lo que más le llamó la atención fue el sombrero-, la realización de las películas e incluso, los mitos detrás de las cámaras. En esa búsqueda se topó en 2008 con Roberto, de Buenos Aires, su actual socio en “Steele y Jones”, la pequeña empresa de sombreros que llevan adelante juntos desde entonces con éxito.

Pero además, lograron una verdadera amistad en la que comparten su fanatismo. Tal es así que, cuando Roberto viene a Rosario salen a “latiguear” por el parque ubicado detrás de la feria Retro. Es que además del sombrero, les encanta el látigo de “Indy” y ambos tienen réplicas: “Cruzamos la feria con el látigo colgado como Indiana, y nos ponemos a tratar de hacerlos sonar y es dificilísimo y si lo hacemos sonar dos veces en una tarde nos vamos felices”.

Claro, que también usan con frecuencia sus sombreros: “A mí me ves de los doce meses del año, siete meses con el sombrero, al principio me sentía raro”, confesó risueño.

Así, renuevan esta pasión que parece no acabar: “En los foros hablan de la posibilidad de una quinta película. Estaría espectacular, después de haber esperado veinte años por la cuarta”, suspiró.