El programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) presentó en Uruguay el “Informe para el Desarrollo Humano para Mercosur 2009-2010. Innovar para incluir: jóvenes y desarrollo humano”. Es la primera edición para esta zona del continente de un informe regional sobre desarrollo humano. Participaron de la presentación representantes de los cuatro países que integran el Mercosur.

El informe contempla técnicas cuantitativas y cualitativas de investigación y análisis, además de haber establecido contacto con organizaciones y líderes juveniles, periodistas, expertos y autoridades de la región estudiada.

La Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID) auspició este informe dentro de su programa “ampliando el espacio de políticas para el desarrollo humano en América latina y el Caribe”.

El informe sostiene que ” los jóvenes (…) Pueden impulsar el desarrollo humano si logran expandir sus libertades, capacidades y habilidades relacionadas con los componentes institucionales, productivos, distributivos y ecológicos del desarrollo”.

Se destaca que en la juventud de la región hay un creciente sentimiento de inseguridad además de una mayor exposición a la violencia. La posibilidad de que un joven del Mercosur sufra una muerte violenta es 30 veces mayor que la de un joven europeo, según Fernando Calderón coordinador del informe “Innovar para incluir: jóvenes y desarrollo humano”.

En el estudio queda claro que las mujeres del Mercosur “serán las protagonistas de la acción y el cambio en la región”, pues “tienen mayor capacidad de transformar sus metas en realidades” y porque “sus logros son significativamente superiores” afirma Calderón.

La pobreza estructural tiene una incidencia importante en la población joven de entre los 15 a 29 años en los cuatro países. Este mismo grupo etario enfrenta mayores dificultades que quienes los precedieron, para concretar el paso de la etapa escolar al mercado laboral y la independencia económica.

La principal barrera para el desarrollo, según Calderón, está dada en la gran cantidad de jóvenes excluidos tanto del sistema educativo como del ámbito laboral. En Argentina este grupo asciende al 22%, al 19% en Brasil, al 21% en Paraguay y al 18% en Uruguay.

El informe consigna que los jóvenes, a pesar de estas trabas, se están convirtiendo en los protagonistas estratégicos del desarrollo humano de la región. Ello se debe a la naturalidad con que manejan la llamada “tecno-sociabilidad”, el rol en la producción de conocimiento, innovación y cambios tecnológicos, y a la introducción por parte de esta generación de nuevas demandas de reconocimiento, equidad y participación, generando formas novedosas de hacer política.

Calderón resume algunos resultados con la frase “hay condiciones negativas con avances positivos”. También indicó que “va a mejorar el desarrollo manera calidad de vida en la medida que los jóvenes puedan consolidar y expandir el protagonismo que han empezado a tener”.

En la actual situación se nota el quiebre de la promesa que garantizaba una vida mejor relacionada con el estudio y además se nota la constitución del joven como “sospechoso a priori”, lo que configura a éste en un rol que tarde o temprano puede asumir. A fin de cuentas, es la imagen que devuelven las distintas autoridades cuando los jóvenes se miran en ellas. Queda un largo trabajo por delante para revertir lo que décadas de políticas neoliberales, darwinismo social, y exitismo han establecido en el continente, con visos de “naturaleza social”.

El informe “muestra un cambio frente imágenes del pasado, en gran parte míticas”. Según el estudio, Argentina, no obstante ubicarse en una buena posición en lo que hace desarrollo humano en comparación con sus vecinos, muestra una “inclusión social desfavorable” de los jóvenes en trabajos precarios, elevada deserción escolar y el fenómeno común a toda la región como la violencia urbana la discriminación y la inseguridad.

A través de entrevistas cualitativas con los jóvenes se percibe un incremento de la desigualdad, el temor al diferente todo en un cóctel que promueve una desigualdad cada vez mayor, distancia entre clases sociales y una visión del otro teñida por el miedo y la discriminación.

Otra inquietante conclusión es que entre los jóvenes que pertenecen a clase media y alta la apertura de criterios y la inclusión se dan en temas relativos a la diversidad relacionada con religión, orientación sexual, etc., vistas como inocuas. Sin embargo las diferencias sociales son las que definen la estigmatización del otro.

Esto pone a Argentina por detrás de países donde tradicionalmente se producían choques o diferencias sociales, raciales y religiosas, como era el caso de Brasil. Según el informe, Brasil está cambiando de forma positiva en este aspecto. Las desigualdades económicas y sociales comenzaron a reducirse dramáticamente y los episodios que vulneran los derechos de los diferentes o los excluidos son denunciados.

Fuente: Aula Siglo 21