Una inyección intravenosa de células madre en pacientes dentro de los diez días posteriores a un ataque cardiaco puede reparar el daño en el tejido del corazón, según un estudio que publica la revista Journal of the American College of Cardiology.

Esta investigación es un paso adelante en un campo en el cual se han probado numerosos métodos diferentes en animales y pruebas preliminares humanas, pero hasta ahora ninguno se ha aprobado para el uso clínico en pacientes con enfermedad cardiaca.

La mayor parte del trabajo clínico actual en relación con los enfermos que han sufrido ataques cardiacos se enfoca en el manejo de los problemas y no resuelve el daño que el infarto causa en el músculo del corazón.

La prueba del método ha pasado a una fase avanzada en 50 hospitales de Estados Unidos, dijo Josha Hare, director del Instituto Interdisciplomario de Células Madre, en la Escuela de Medicina Miller de la Universidad de Miami, y autor principal del estudio. Para su investigación el equipo dirigido por Hare, y que incluye investigadores en Minnesota, Arizona, Maryland, California, Texas, Indiana, Washington, Nueva York e Illinois, empleó células madre mesenquinales tomadas de personas adultas destinadas a pacientes que habían sufrido infarto de miocardio menos de diez días antes del tratamiento.

Las células madre se obtienen de médula espinal de donantes, se inyectan en la vena y llegan con el torrente sanguíneo al corazón donde se radican. Las células madre mesenquimales tienen una capacidad natural de navegación y la herida cardiaca funciona como un faro que las guía.

Una vez que se establecen en el tejido cardiaco las células madre reducen el tejido de cicatriz en el área afectada por el infarto, lo cual incrementa la fuerza de bombeo en el músculo cardiaco, señaló Hare, quien añadió que "en cierta medida las células madre también hacen crecer nuevo tejido muscular cardiaco".

Los resultados obtenidos hasta ahora con 53 pacientes no representan una prueba definitiva de que el tratamiento sea eficaz, pero sugieren que lo es, añadió el investigador.

De acuerdo con las reglamentaciones para pruebas clínicas de la Dirección de Alimentos y medicamentos, la Fase I de los ensayos debe determinar que el método o los compuestos son seguros, y las pruebas de la Fase II se hacen en un grupo mayor para evaluar cómo funcionan.

En esta prueba las dosis estuvieron entre 35 millones y 350 millones de células, y Hare dijo que no se observaron diferencias en los efectos secundarios con las dosis más altas o más bajas.

Fuente: EFE