Pedro Robledo

En su paso por Rosario, Jairo ofreció en el Auditorio Fundación Astengo un show en donde comprimió –en veinte canciones– sus cuarenta años de impecable trayectoria.

El artista preparó un repertorio en forma cronológica, con la idea de mostrar paso a paso su enorme carrera. También tuvo en cuenta que cada canción interpretada refiriera a algún ilustre personaje ó a alguna situación que le hubiera dejado huellas imborrables. Por eso no faltaron menciones a Atahualpa Yupanqui, a Carlos Gardel y a sus afectos familiares.

A Yupanqui lo tuvo presente en varias momentos de la noche. El primero de ellos fue con "Duerme negrito", una vieja canción de cuna tradicional del Caribe que Atahualpa escuchó cantar en la frontera entre Venezuela y Colombia y la recopiló luego.

Jairo recordó, antes de cantarla, que grabó esta canción con Sapho, cantante, escritora y pintora marroquí que se crió en Francia y con quien editó el disco "El sol y la luna". También, a propósito de esta canción, pintó el carácter y el espíritu crítico de Don Ata, recordando que cuando lo invitó a cenar y le mostró la versión cargada de instrumentación , a Yupanqui no le gustó la misma: "Con este ruido, el negrito no duerme".

Siguiendo con obras vinculadas a Yupanqui, interpretó "Los hermanos", poniendo especial énfasis en los términos "libertad" y "hermanos", sintiendo profundamente la letra y logrando un cerrado aplauso.

Con su hijo Yaco en el cajón, sin nombrar al creador, elogió y cantó "Oración del remanso", el chamamé escrito y compuesto por Jorge Fandermole, que sin dudas ya quedó impreso en la historia de las grandes obras del cancionero popular argentino. También con Yaco, en dúo de voces, recordó "Je l´aime á mourir (La quiero a morir).

Luego siguió un bloque contando algunas intimidades: "Redescubrí el placer de cantar en casa y, menos en el baño, tengo guitarras en toda la casa", tras lo cual casi improvisó (si Jairo es el artista, la total improvisación no tiene lugar) "Amándote" (Jaime Roos) y "Nada" (Dames-Sanguinetti), canciones que le surgen naturalmente en sus momentos de soledad hogareña.

"Lucía se va", dio lugar a compartir otra historia familiar. Está escrita para el momento en que su hija se fue a vivir a España y era el día en que Lucía decidió instalarse en Bremen (Alemania), por eso la cantó con una emoción especial ("no saben lo que es Lucía"). Ella es Historiadora del Arte y fue la curadora de la muestra de pinturas de Jairo realizada en Rosario este año.

Es notable como Jairo prepara sus recitales, hilvanando las canciones. Para recordar a su padre, trabajador del Ferrocarril, eligió "El ferroviario", en clima de denuncia por la desaparición de los trenes. Su padre, además, era fanático de Gardel, lo cual dio pie para "Revolver", escrita con el poeta cordobés Daniel Salzano con quien imaginaron que Gardel la cantaría en el presente. A la impecable interpretación, Jairo le sumó gestos gardelianos y algunos pasos de baile de tango.

Jairo dejó mensajes que propusieron reflexiones. "Muchas veces se pierde de vista lo esencial, pasa en la música y en la vida".

Con una impresionante respuesta del público a las consignas de la letra, abordó "We shall overcome", canción pacifista norteamericana que María Elena Walsh tradujo y la tituló "Venceremos". La canción habla de perder los miedos, de unidad y de paz.

Infaltables, "Antiguo dueño de las flechas" y "Chacarera de las piedras" precedieron al cierre con la siempre esperada "Ave María", mitad en español y mitad en francés, sin micrófono, logrando emocionar una vez más.

También formaron parte del repertorio elegido "Milagro en el Bar Unión", "La balacera", "Carpintería José", "Los enamorados" y "Vivir enamorado".

Mario Rubén González usa el seudónimo Jairo (sugerencia del colombiano Daniel Gutiérrez cuando llegó a España), nombre bíblico que en arameo significa "el iluminado fiel".  La iluminada es sin dudas su voz y su público se mantiene fiel desde hace cuarenta años y ya obligó a nuevas funciones en el Gran Rex porteño por localidades agotadas.