Jésica Balmaceda sigue temiendo por su vida y la de sus hijos. Aunque su ex marido fue condenado a 3 años de prisión por amenazas, desobediencia, violación de domicilio y daño en contra de su familia, tiene la certeza de que en pocos meses, cuando recupere la libertad, la va a matar. Es por eso que ya planea irse de la ciudad.

En diálogo con Radiópolis (Radio2), el programa de Roberto Caferra, habló la joven de 29 años que padeció la violencia y el hostigamiento de Néstor Fabián Anchával, su ex esposo. Hace pocos días atrás, el agresor fue condenado por el juez uan Carlos Leiva pero tanto para Jésica como para las integrantes de la organización Ampliando Derechos que la acompaña en este difícil proceso, tuvo sabor a muy poco.

“Estoy indignada”, confió la mujer y remarcó: “Creo que el juez no se tomó su tiempo para leer la ley de violencia de género”. En ese sentido, agregó: “Tenía una cuota de esperanza, llegamos a un juicio oral y público y era algo muy bueno, esperaba a un juez justo, que escuchara y entendiera que los golpes más dolorosos son los psicológicos”.

Con Anchával tras las rejas, la vida de Jésica no es tan diferente. Es que tiene que mantener a sus 4 hijos de entre 5 y 12 años con un trabajo informal como jefa de relaciones públicas de un boliche. “Es arreglátelas como puedas, con la falta de un sueldo fijo, vivís al día”, comentó. Y la condena, dado el poco tiempo de extensión, no le da tiempo a mucho. “Estoy buscando la manera de irme de la ciudad”, admitió.

Es que Rosario ya no es segura para ella y sus hijos. “A principio del año que viene está afuera y me va a matar, cuando salga me va a matar. Lo conozco muy bien”, sostuvo con fuerza. “Tuve que trabajar mucho psicológicamente para pararme enfrente en el juicio, me sentía amenazada, pensá que me hacía llamar por personal policial cuando estuvo detenido en comisarías”, observó.

La desolación de Jésica se siente en su voz, en su respiración. Tiene terror a este hombre a pesar de la asistencia psicológica que recibe. Y no es la única que sufre, porque sus hijos también padecen la violencia. “El juez se olvidó del derecho de los chicos. El más chiquito Santino es el que más sufre”, indicó y contó que debe seguir un tratamiento neurológico aunque los médicos apuntan a la situación dolorosa que transita su familia.

Balmaceda no tiene ya ninguna red, tal cual dejó entender. La colaboración institucional y estatal no le resulta suficiente. Incluso, denunció que la única herramienta de defensa con la que cuenta no funciona: el botón de pánico está inactivo. “No puedo pedir más, nadie vela por mi seguridad, el botón no anda y nadie me llama. Mi botón no reporta y desde el Ministerio de Seguirdad no hacen nada. Ya me cansé de avisar que anda, es el trabajo de ellos”, lamentó.