Jubilado desde el 28 de febrero, Efraín Lurá era, en su carácter de juez de ejecución penal, quien se encargaba de otorgar y controlar beneficios como las salidas transitorias de las que gozaba Héctor Albertengo, el preso que el martes asaltó y tomó rehenes en una clínica de Oroño al 700 y que quince años atrás había protagonizado un hecho similar en el que mató a un cliente de un bar. El magistrado, en diálogo con el programa Diez puntos, de Radio 2, dijo que Albertengo “estaba totalmente encuadrado dentro de los requisitos de la ley” y que el problema es, justamente, un apecto de la norma que a su criterio habría que modificar: se toma de la misma manera al delincuente “primario”, es decir al que es condenado por la primera vez, que al reincidente.

Para Lurá las estadísticas dan información muy clara: “De diez primarios, dos reinciden y ocho no”. En cambio, continuó, de diez reincidentes, ocho vuelven a delinquir, es decir, lo hacen por tercera vez, entre otras cosas porque no le preocupa volver a la cárcel, “a la que toma como segundo hogar”.

Estos datos, entiende Lurá, muestran que la ley “debería diferenciar bien”. El magistrado opinó que la salida transitoria debería quedar reservada sólo para los delincuentes primarios, que en el caso de los que reinciden por primera vez podrían tener libertad asistida pero con el 75 por ciento de la pena cumplida y que el que reincide por segunda vez ya no debería recibir beneficios de este tipo.

Sin embargo, la ley hoy en vigencia establece que con el 50 por ciento de la pena cumplida y “conducta ejemplar” automáticamente se deben dar estos beneficios, se trate de un delincuente que haya sido condenado uno, dos o tres veces.

Es más, Lurá sostuvo que muchos de estos delincuentes ya saben cuáles son las convenciones a cumplir para que su conducta en la cárcel sea considerada ejemplar y acomodan sus actitudes para asegurarse las salidas transitorias.

El problema, agregó, es que “en la carcel se portan de una manera y afuera de otra. Estar en libertad es una gran tentación. Es como dice el tango, las luces del tango hacen meter la pata”.

En el caso concreto de Albertengo, comentó que salía a estudiar e hizo un montón de cursos que le permitieron acumular numerosos antecedentes laborales.