Pedro Robledo

Una remozada versión de la crónica cantada La Forestal pudo verse este sábado en el teatro Broadway. Si bien el público no llegó a colmar la sala, se emocionó con el drama. 

La obra cuenta las angustias cotidianas en los obrajes de la compañía dedicada a la explotación del quebracho colorado que funcionó desde 1900 hasta 1963 en el norte de Santa Fe y en el sudeste de Chaco.

El montaje de la "ópera popular" (así la definió Armando Tejada Gómez), incluye fragmentos de Quebracho (1974), el film de Ricardo Wulicher protagonizado por Héctor Alterio, que contaba la misma historia.

El personaje encarnado por el actor rosarino Raúl Calandra detalla las penurias en el obraje, el actor-locutor Juan Herrera relata textos previos que aportaban el contexto y Enrique Llopis pone su voz a las canciones, todas vinculadas a la música del litoral.

El relato comienza con la descripción de los personajes y del ámbito en donde se desarrolla su historia, con una sensación de esperanza por la llegada de habitantes de sitios lejanos que se emplean en La Forestal. Esa sensación  muy pronto se transforma en padecimiento por las ingratas condiciones laborales y de vida en el interior del obraje.

Precisamente, los chamamés "Camino a Tartagal" y "Vámonos al Chaco", donde luce Néstor Acuña en acordeón, cuentan esa esperanza y el posterior desencanto.

El muy buen diseño de luces y sonido, permite un muy logrado tramo en el que se simula con un efecto la caída del quebracho.

Los climas y la escenografía, además del vestuario de la puesta dirigida por Néstor Zapata, logran mostrar la crudeza de la vida cotidiana en la empresa, que no excluye enfermedades como sífilis y tuberculosis, ambas patologías muy vinculadas con la pobreza.

En ese contexto, hay un breve espacio para la alegría y la diversión del obraje, que se cuenta en "Tres veces a la semana", otro chamamé.

A partir de acá, ya comienza a relatarse la profundización de las carencias y el comienzo del cierre de los obrajes y el comienzo de las luchas que desembocan en las primeras huelgas y represiones, momentos eficazmente plasmados en las canciones "Aquí estamos con la huelga" y "Vienen los mercenarios".

Hay muy pocas diferencias con respecto a la obra originalmente estrenada el 12 de Enero de 1984 en el Teatro La Comedia.

Una de ellas es que el clima lírico y dramático se ve alterado cuando suenan los celulares en la sala, elemento inexistente en aquellos tiempos.

Las canciones, además del chamamé, transitan por otros géneros de raíz folklórica llegando a sonar "aires" de vals y chacarera y utilizando el formato de balada-canción para los tramos más densos y dramáticos de la obra.

La parte final describe el futuro de los obreros, condenados a transformarse en peones golondrinas. El éxodo se relata notablemente en "Se terminó la vida, compañera", otra de las canciones.

El público estuvo concentrado, en silencio, aplaudiendo al final tan solo de algunas de las canciones interpretadas por Enrique Llopis, y estalló en ovación luego de "Crónica de un olvido", el tema con el que culmina la puesta.

La presencia en la sala de Rafael Ielpi (autor de los textos) y de Jorge Cánepa (autor de la música original junto a José Luis Bollea), motivó que Llopis en su saludo final los invitara a recibir el reconocimiento merecido, sumados a Néstor Zapata, el responsable de la dirección general.

También hubo un recuerdo especial para Emilio Lenski, el actor encargado de los relatos en la versión de 1984, y para Hamlet Lima Quintana, el recordado poeta que con su relato también formó parte de la obra en aquellos años.

La tarea vocal de Enrique Llopis, permitió resaltar la vigencia de su postura artística muy cercana a las formas de juglares y trovadores, aportando y enriqueciendo los textos con sus interpretaciones.

Juan Herrera en el papel de narrador y Raúl Calandra dramatizando la figura del hachero consiguen magnificar los textos de Rafael Ielpi, quien consultado por Rosario3.com manifestó que esta versión supera a todas.

Si bien en una obra conceptual, y menos en una ópera, no se estilan los bises, Llopis invitó a Jorge Cánepa al piano y juntos cerraron la presentación con "Crónica de un olvido", el tema final que resume los avatares y las consecuencias de La Forestal.