“La bolsita de pegamento es una realidad que afecta a los chicos de toda la ciudad, pero su consumo dentro de la comunidad toba se convirtió en un verdadero flagelo”, dijo a Rosario3.com, Liliana Pino, directora de la escuela 1.344 ubicada en Juan B. Justo y Travesía, a partir del caso de los cuatro chicos, de entre 10 y 14 años, que fueron recogidos por policías de la seccional 3ª cuando mendigaban y aspiraban pegamento.

 

Para la docente, la diferencia radica en que los pibes que son de familia indígena llegan con mucha ingenuidad desde su lugar de origen y en un contexto de pobreza como el que viven se ponen en contacto con los aspectos más duros de una ciudad que desconocen”.

 

Se estima que en Rosario alrededor de 27 mil personas conforman la comunidad toba. Cerca de 8 mil viven en el barrio llamado El Piso, de Juan José Paso y Travesía. El resto está asentada en Los Pumas, ubicado a 20 cuadras de allí: en Juan B. Justo y Ludueña.

 

A la escuela bilingüe 1.344, de Juan B. Justo y Travesía, concurren aproximadamente 350 chicos y el 90 por ciento de la población educativa pertenece a la comunidad toba.

 

Para la directora del establecimiento toparse con chicos que aspiran pegamento es una situación más que corriente. “Los vemos llegar y enseguida nos damos cuenta”, relató Pino. Y agregó: “Se les nota en la mirada que la tienen ida y además presentan mucho sueño. No tienen ganas de trabajar y cuando aspiraron se duermen en clase”.

 

Según Pino, que aspiren pegamento se desprende directamente de la situación de exclusión y pobreza en la viven. “Pasan frío, hambre y mucho tiempo en la calle. Salen a juntar cartones con sus familias y sus amigos y en ese tránsito es donde se encuentran con este y otros riesgos”, señaló la directora.

 

Para la directora lo más problemático de la cuestión es la edad a la que los chicos se empiezan a volcar a este tipo de consumo. “Hay chicos que en el nivel inicial, es decir a partir de los cincos y seis años, ya empiezan a aspirar poxirán”, contó Pino.