Una extraña dama de rojo se convirtió en el símbolo de la protesta contra el sesgo autoritario del gobierno del premier turco.
Imágenes tomadas por el fotógrafo de la agencia alemana Reuters, Osman Orsal, hace una semana en la plaza Taksim lograron plasmar la represión injustificada en la que por momentos incurrió la policía turca, bajo la orden del premier Recep Tayyip Erdogan, en las protestas que comenzaron con un motivo ambiental y se convirtieron en un ruidoso grito contra el gobierno.
Las fotos muestran la secuencia de una mujer que llevaba un vestido rojo de algodón y un bolso blanco colgado del hombro caminando por la plaza donde habían comenzado las protestas un día antes contra la construcción de un centro comercial donde hay un parque.
La joven, que caminaba de manera inofensiva e indefensa cerca de la policía de repente recibe un chorro de gas lacrimógeno en su cara, lo cual se refleja en el movimiento de su pelo y su posterior reacción de taparse la boca y comenzar a toser.
Las fotos se convirtió en un símbolo de la protesta, compartida hasta el hartazgo en las redes sociales y convertidas en caricaturas y carteles, especialmente desde el pasado viernes, cuando la represión derivó en fuertes enfrentamientos entre la policía y los manifestantes que se multiplicaron día a día en la plaza, ya no solo contra la construcción del centro comercial sino contra el autoritarismo por el que acusan a Erdogan, hace diez años en el poder.
"Esa foto simboliza la esencia de esta protesta", dice Esra, una estudiante de matemáticas en el barrio de Besiktas, cerca del estrecho del Bósforo y uno de los epicentros de las protestas de esta semana. "La violencia de la policía contra manifestantes pacíficos, personas que simplemente intentan protegerse a sí mismas y a lo que valoran".
En un cartel pegado en las paredes de la ciudad, la mujer aparece mucho más grande que el policía. "Cuanto más gas nos lancen, más grandes nos volvemos", reza el eslogan que acompaña a la imagen.
Estados Unidos y la Unión Europea, así como grupos de defensa de los derechos humanos, han expresado su preocupación por la mano dura empleada por la policía turca durante las protestas.
El primer ministro Recep Tayip Erdogan descalificó a los manifestantes el lunes llamándolos extremistas "que viven codo con codo con el terrorismo", una descripción que no parece encajar con la imagen de la mujer de rojo.