Javier Di Nápoli / Redactor de Rosario3.com

Pareció que hubieran puesto una bomba en la puerta de mi casa. En un segundo, todo se movió y se rompieron vidrios y ventanas. Voló de todo y quedamos inmersos en humo, polvo o algo así.

Pasan los minutos y sigo conmovido. Vivo enfrente del edificio en el que se produjo la explosión y nunca viví algo igual. Había llegado al departamento hacía un rato, sentí la explosión y me asusté.

Pensé que era un error. Al lado hay una obra en construcción y estaban en plena demolición. Se me ocurrió que habían fallado al cálculo y habían golpeado el edificio.

Pero no. En un segundo, me volvió esa idea de algo así como una bomba, un atentado. Salimos todos conmovidos por la escalera y, si bien vivo enfrente, había vecinos que bajaban lastimados.

Yo bajé con lo puesto, mis vecinos también. En medio del polvo, pareció que era un atentado. Y volvió esa imagen o el sentimiento de que haya explotado una bomba. Es que nunca vivimos algo igual. Y no podemos salir de la conmoción.