Pablo Gavira

La historia no quiere cambiar. Ischia no la puede modificar. Este Central parece que no llega nunca a tocar fondo. Siempre hay una mitad del vaso lleno y otra vacía. En el conjunto auriazul da la sensación que el vaso está totalmente vacío.

El viernes había esperanzas de que iba a variar la suerte: un dos a cero arriba, con un equipo que sin jugar del todo bien estaba haciendo correctamente las cosas… Por primera vez iba ganando en el certamen, por primera vez se podía quedar con los tres puntos, pero, lesiones mediante, el DT hizo modificaciones y el rival, Banfield, sin un juego vistoso, comenzó por amor propio a inclinar la cancha y a presionar ante un equipo auriazul que no supo cómo sostener lo que había logrado en forma efímera pero en buena ley. El resultado ya lo conocemos: otra derrota. Pero ésta caló en lo más profundo del plantel.

El martes tendrá –como se estila decir- la oportunidad de levantar cabeza. Claro que no será sencillo. El rival será Gimnasia de Jujuy, que vendrá seguramente a rescatar un buen resultado. Pero para los de Ischia será un buen momento para al menos ilusionarse e ilusionar a la gente con que el vaso está lleno de esperanzas de cambio.
Vendría extraordinario, ya que el próximo fin de semana se juega nada más y nada menos que el clásico.