Las milongas porteñas, donde el humo siempre fue un condimento infaltable en su ambiente oscuro, discreto y rodeado de vicios y placeres, se convirtieron en espacio de aire limpio la última semana, al entrar en vigencia en la ciudad de la ley antitabaco, algo que curiosamente fue bien recibido por los tangueros.

Varias de las milongas que funcionan cada madrugada en la ciudad de Buenos Aires fueron visitadas por Télam, que constató el beneplácito de quienes pueden ir a bailar sin tener que respirar aire viciado y también de los fumadores, que aprovechan la oportunidad de consumir menos cigarrillos por noche.

"Es más fuerte el vicio por el tango que por el pucho", dijo en el balcón de "Niño Bien" Roberto, un veterano que antes fumaba un cigarrillo durante la cortina musical después de cada tanda (de cuatro temas) y sacaba a bailar alguna dama durante el primer tango de la siguiente.

Ahora, hasta que sale a fumar y regresa se le van varios minutos y un par de tangos y, por los códigos milongueros, es de mal gusto invitar a alguien cuando la tanda está avanzada, porque eso sugiere que antes se ha intentado infructuosamente con otras.

"Antes me fumaba medio paquete, o más, y ahora a lo sumo consumo tres cigarrillos en toda la noche, y los acomodo según la orquesta que toca, porque algunas son imperdibles", agregó.

Vera, una brasileña que viaja con frecuencia a Buenos Aires estaba contenta con la medida: "Ahora da más placer bailar y respirar aire puro y no sentir en el aliento de los fumadores tanto olor a tabaco", en especial quienes bailan "apilado" (bien pegados los troncos y las cabezas), como le gusta a ella.

En la misma milonga, "La Bruja", otra extranjera, Leonor, de Estados Unidos, también daba la bienvenida a la ley y contó que debido a su falta de costumbre a los ambientes viciados, "hubo veces que tuve que abandonar la milonga e irme a tomar aire fresco algunos minutos a la calle para no desmayarme".

Abel, que junto a una veintena de personas fumaba el viernes en la vereda de La Viruta, estaba sorprendido por la pasividad con que se asumió la prohibición en el ambiente.

El hombre le encontró el lado positivo: "En estos días es un tema obligado de conversación con las mujeres entre tango y tango, lo que te permite luego proponer ’vamos a fumar un pucho afuera’".

Puertas afuera del Salón Canning, donde los viernes se hace la milonga Parakultural, un grupo echaba humo mientras se refrescaba del calor de la sala repleta, muchos de ellos transpirados.

"Hay que ver qué pasa cuando vuelva el frío", advirtió Julián, un hombre maduro y persistente fumador, "porque en invierno también se transpira adentro, pero cuando salgamos a fumar nos vamos a quedar todos duros".

El martes, cuando la temperatura era más baja, en el baño de "Porteño y Bailarín" un hombre canoso y de riguroso traje se comportaba como quizás lo hace su nieto en el secundario y fumaba a escondidas. Al ver que era observado, se excusó: "¿Qué querés, que vaya afuera? Me muero de frío".

Los organizadores de milongas comentaron a Télam que ninguno tuvo problemas con los fumadores -muchos de los cuales asisten a todos los locales-, ya que ninguno protestó o intentó transgredir.

"En el umbral de salida , junto a la escalera, se junta a fumar un grupo al que llamamos ’el círculo vicioso’", comentó Jimena Salzman, que los sábados arma la Milonga de La Morochas.

Según esta joven organizadora, muchas de sus clientes le dijeron que les gusta poder salir con el cabello y la ropa sin olor a tabaco después de bailar varias horas.

Omar Viola, del Parakultural, se tranquilizó en la noche del viernes, durante su primera milonga con veda al tabaco, al ver que no hubo problemas. "Yo temía que alguno de los concurrentes al ’Para’, que es un ambiente bastante inconformista y algo rebelde, pudiera enojarse, pero no pasó nada y lo tomaron bien", confesó.

Para Carlos Tassi, que organiza "Porteño y Bailarín", es una forma de fumar menos, "pero me hubiera gustado decidirlo yo y no que me lo impongan", se quejó.

Su milonga es la única que cuenta con dos pistas, en "L", lo que daría la posibilidad de crear un espacio para no fumadores, pero Tassi señaló que "es algo muy oneroso, porque ahora las dos pistas forman como un solo salón, pero dividirlas sería como tener dos boliches distintos".

El organizador explicó que debería tener una separación que impida el paso del humo y armar nuevas salidas de emergencias y extractores de aire para el salón del fondo, lo que duplicaría los gastos "y además -agregó con cierto escepticismo- acá nunca se sabe cuánto duran las leyes".