Una investigación ha podido comprobar que es posible detectar y controlar la adicción a la cocaína mediante pulsos de luz aplicados al sistema nervioso de ratones. Esta técnica permite descubrir las huellas que las drogas dejan en el cerebro. A partir de la luz, el trabajo también ha conseguido activar células nerviosas sin fármacos, solamente por manipulación optogenética.

Gracias a la estimulación lumínica, Christian Lüscher, investigador de la Universidad de Ginebra (Suiza), ha analizado los cambios neuronales que se producen durante el consumo de drogas y ha demostrado la eficacia de un tratamiento contra la adicción en un modelo animal.

Todas las ponencias llevaban el sello de Karl Deisseroth, investigador de la Universidad de Stanford y artífice de una técnica de investigación neurológica que permite activar neuronas en un plato o el circuito nervioso de un animal mediante pulsos de luz, sustituyendo a los electrodos. Esta técnica fue considerada como una de las estrellas del año 2010, según la revista “Nature Methods”.

“La optogenética no es la única metodología, pero comenzamos a aprovechar todo su potencial”, dice Robert C. Malenka, investigador de la Universidad de Stanford (EE UU). La optogenética es la combinación de genetica y métodos ópticos para controlar eventos específicos en ciertas células de tejido vivo, aun entre mamíferos libres y otros animales, con precisión temporal (milisegundo-Escala temporal) necesaria para mantener el ritmo intacto del funcionamiento de los sistemas biológicos.

El equipo de Lüscher ha demostrado que las drogas dejan huella en el cerebro y provocan cambios en la conducta. A partir de la luz, el trabajo también ha conseguido activar células nerviosas de ratones sin fármacos, solamente por manipulación optogenética. “La precisión del tratamiento nos hace pensar que los efectos secundarios deben ser menores, pero aún no podemos asegurarlo”, dice Lüscher.

“Los efectos secundarios son un punto importante, sobre todo en tratamientos a largo plazo. Por ejemplo, el calor de la luz y los daños en el material genético pueden ser dos consecuencias potenciales”, continúa Deisseroth.

En el experimento de Lüscher, las conexiones neuronales de los ratones cambiaron por efecto de la cocaína y les provocaron los comportamientos compulsivos típicos de la adicción, pero después, las conexiones se pudieron restaurar.

“Primero suministramos cocaína a los ratones para potenciar determinadas conexiones neuronales y cambiar su conducta. Después, estimulándoles con luz, conseguimos normalizar sus sinapsis de nuevo y debilitar la comunicación neuronal hasta los niveles iniciales, antes de que el animal hubiese consumido droga”, explica.

Fuente: SINC