La malaria, una de las enfermedades tropicales más comunes y graves del mundo, provoca más de un millón de muertes al año. La mayoría de estas muertes se producen en los países de más bajos recursos. Más de la mitad de la población mundial está en riesgo de contraer malaria y esta proporción aumenta año a año debido al deterioro en los sistemas de salud, al aumento en la resistencia a las drogas e insecticidas, a los cambios climáticos, a los desastres naturales y a los conflictos bélicos.

El vector de la malaria humana es la hembra del mosquito Anopheles. Los machos no pican al ser humano, ya que únicamente se alimentan de jugos vegetales. El único caso de contagio directo entre humanos es el de una mujer embarazada que transmite la infección vía trasplacentaria al feto. Los síntomas son muy variados, empezando con fiebre ocho a treinta días posteriores a la infección y acompañada, o no, de dolor de cabeza, dolores musculares, diarrea, decaimiento y tos.

En el mundo, se producen al menos 300 millones de casos agudos de malaria por año, provocando más de un millón de muertes anuales: se calcula que más del 80% de estás muertes se producen en África Subsahariana, la mayoría entre niños menores de cinco años. Los cálculos recientes de la carga mundial de malaria son incluso más elevados, según un estudio realizado se calcula que se produjeron 515 millones de casos de malaria clínica en el año 2002.

Los niños pequeños y las mujeres embarazadas tienen un mayor riesgo de contraer malaria y de mortalidad. Muchos niños contraen inicialmente malaria durante sus primeros dos años de vida, dado que su sistema inmunológico no se encuentra todavía lo suficientemente desarrollado, y esto hace que los primeros años sean especialmente peligrosos.

A pesar de que existen varios tratamientos diferentes para la malaria, la resistencia generalizada a las drogas convencionales contra esta enfermedad ha contribuido a un incremento en la morbilidad y mortalidad. Actualmente, la malaria resistente a múltiples drogas se ha extendido a muchas partes del mundo, alcanzando el índice más alto de resistencia a las drogas en el Sudeste de Asia.