Virginia Giacosa

"Viví todo en un mismo lugar", es el eslogan que eligió el complejo City Center para llegar al público. Y lo que parece una mera promesa hace fuerza para cumplirse en cada metro cuadrado de la mega obra. Una vez que se pone un pie adentro del emprendimiento, la gama de ofertas se despliega casi en automático.

Todo está ahí, al alcance de la mano. Para hacer más ágil y placentera la estadía en un lugar que parece de paso pero que está preparado como para quedarse por muchas horas más. Hasta los chicos tienen su espacio –City Kids que cuenta con un tren que explora el mar, el desierto y el bosque, pelotero e inflables incluidos– dentro del complejo. Con lo cual los grandes, cuentan con la posibilidad de deambular solos y sin tener que pensar demasiado, con quién dejar a los niños en ese lapso.

Alguien iba a jugar una ficha pero termina jugando dos, tres y porqué no, cuatro. Un vaso de cerveza y algún aroma a comida de autor le abrió el apetito en medio de la sala de juego. Aunque iba sólo para conocer termina acodado en la barra disfrutando de un show en vivo. La noche se alarga y se anima a arriesgar al colorado en la ruleta. Un golpe de suerte le devuelve la mitad de lo que ya gastó desde que entró, y ese aventón le permite sentirse un poco ganador. Sale pero antes de volver a casa invierte ese premio en algún producto rebajado del Dutty Free que no conseguiría por menos fuera de esas cuatro paredes.

Cuando se entra al espacio de entretenimiento da la sensación que todo está pensado para que por unas horas y dentro de ese espacio nada falte. Y si esa ausencia no se notaba antes de llegar, en algún momento se hace sentir.

Se sabe, que a ciertos espacios de ocio y de consumo se llega con algunas necesidades para suplir. El tema es que cuando se sale de esos lugares, ya no queda muy claro qué urgencias fueron creadas durante la estadía.