La tregua que comenzó a las 8 de la mañana en el Líbano, y que era respetada salvo episodios aislados, ha animado a decenas de miles de libaneses a tratar de volver a sus casas abandonadas, aunque muchas de ellas han quedado reducidas a escombros.

Esta vuelta precipitada ha traído ya no pocos accidentes causados por personas que activan por descuido artefactos que no habían estallado, y al menos dos personas han muerto, una en Yahmor, y otra en Hamuch, y siete más han resultado heridas en diferentes lugares el país.

El Ejército, la Defensa Civil libanesa y las televisiones multiplican las llamadas a la precaución, que no empañan la evidente alegría de los libaneses que vuelven a casa con sus enseres a cuestas y que colapsan las carreteras del país.

Algunos ondean al viento banderas libanesas o retratos de Hasan Nasralá, el líder de Hezbolá, mientras que otros hacen el signo de la victoria ante las cámaras de televisión.

La tregua sólo ha sido rota en las primeras horas en un tiroteo ocurrido casi en la misma frontera, en una aldea llamada Hadafa, y en el que perdió la vida un supuesto miliciano de Hezbolá.

Según la versión del ejército israelí, un grupo de milicianos libaneses se aproximó a una posición ocupada por el Ejército israelí en Hadafa con actitud amenazadora, y los soldados le dispararon "en defensa propia".

Aparentemente no ha habido durante las primeras horas de tregua una repetición de hechos de estas característica, por lo que la tregua puede afianzarse tras superar con éxito la primer aparte del día.

Sin embargo, las horas previas a la tregua no fueron de calma, y la aviación israelí las aprovechó para bombardear el sur de Beirut, la ciudad de Tiro y el valle de la Bekaa.

En este último emplazamiento, y en concreto en la ciudad de Baalbek (feudo del movimiento chiíta Hezbolá), murieron cinco soldados del ejército libanés y dos civiles por los bombardeos de anoche.

Además, se supo que las famosas ruinas romanas de Baalbek también han resultado dañadas tras los bombardeos del sábado al aparecer grietas en el templo de Baco, uno de los mejor conservados del complejo.

Hizbulá ha distribuido en Beirut y en otras zonas del país octavillas en las que felicita al pueblo libanés por la "gran victoria" lograda sobre Israel, una victoria que es "la victoria de Dios" y que se ha conseguido "gracias a los muyahidín (combatientes islámicos) y a su paciencia".

Al barrio de Dahiye, en el sur de Beirut, también feudo de Hezbolá, llegaron miles de personas a buscar lo que ha quedado a salvo en sus casas, la mayoría duramente castigadas por los bombardeos, unas enteramente derruidas y otras con vidrios rotos, sin electricidad, ni agua.

Según las últimas cifras del gobierno libanés, el enfrentamiento ha causado la muerte de 1.109 civiles –sin incluir en esta cifra a los desaparecidos–, casi 4.000 heridos y cerca de un millón de desplazados.

A esto hay que añadir la destrucción en los bombardeos de 29 "instalaciones vitales" –entre ellas el aeropuerto de Beirut, varios puertos, centrales eléctricas y plantas de bombeo de agua–, 23 gasolineras, 73 puentes y 630 carreteras, casi todas en el sur y el este del país, aunque algunas también en el norte.

Sólo estos daños en las infraestructuras ascienden a 2.071 millones de dólares.

Siete mil viviendas particulares han sido también reducidas a escombros o gravemente dañadas, además de un número indeterminado de fábricas, comercios, mercados y granjas.