El líder izquierdista Andrés Manuel López Obrador, del Movimiento Regeneración Nacional (Morena), ganó las elecciones presidenciales de México y así, después de décadas, la izquierda volvió al poder en México y se cortó la alternancia de los últimos 20 años entre el Partido Revolucionario Institucional (PRI) y el Partido Acción Nacional (PAN). Era la tercera vez que se sometía a la voluntad popular. El martes se reunirá con el presidente Enrique Peña Nieto para iniciar la transición para su toma de posesión el 1 de diciembre.

De acuerdo con la muestra de 7.700 actas de votación elaborada por el órgano electoral, López Obrador obtuvo entre el 53 % y el 53,8 %  de los votos, según anunció en un mensaje el presidente del INE, Lorenzo Córdova.

En segundo lugar quedó Ricardo Anaya, del conservador Partido Acción Nacional con alrededor del 22 % de los sufragios, seguido de José Antonio Meade, del oficialista Partido Revolucionario Institucional (PRI) con cerca del 16 %, y el independiente Jaime Rodríguez, el Bronco, con el 5,5 %.

López Obrador esperó los resultados desde el hostel Hilton donde este lunes por la madrugada salió a anunciar el triunfo. Calificó la jornada de “histórica”. Prometió libertad intelectual y empresarial, y aseveró que habrá disciplina fiscal y financiera.

La tercera fue la vencida

López Obrador, es un viejo conocido de la política mexicana y finalmente este domingo logró convencer a los mexicanos para convertirse en presidente. No pudo en las presidenciales de 2006 ni tampoco en las de 2012. La tercera fue la vencida.

De acuerdo según el análisis del corresponsal de EFE, Eduard Ribas i Admetlla, nadie despierta en México tantas esperanzas y temores como él, quien con su discurso ha sabido conectar con una población harta de escándalos de corrupción, de cifras de violencia sin precedentes y de unos altos niveles de desigualdad, con cerca de la mitad de los ciudadanos viviendo en condiciones de pobreza.

Pero tan contundentes son sus posturas en contra de los males que azotan a México como difusas sus propuestas para solucionarlos, que suelen basarse en grandes eslóganes y críticas hacia el "establishment" mexicano, al que llama "la mafia del poder".

Promete combatir la corrupción "dando ejemplo", cambiar la política de seguridad, revisar la construcción del Nuevo Aeropuerto de Ciudad de México y frenar la reforma energética impulsada por el presidente Enrique Peña Nieto, que abrió la explotación de hidrocarburos al sector privado.

Pero su intento de llegar al máximo de votantes posibles lo llevó a formar una peculiar coalición con los evangélicos del partido Encuentro Social, lo que explica que siempre evite hablar de matrimonio homosexual o de aborto.