Gianni Vattimo disertó en la Casa de la Cultura de la ciudad de Buenos Aires, en el marco de un ciclo sobre ética que organizó el Ministerio de Cultura. El filósofo italiano destacó que “la historia de la verdad de los últimos siglos es la historia del asentimiento", por lo que "la verdad se transformó en caridad y supone consenso".


Acompañado por su discípula española Teresa Oñate, el pensador italiano, considerado uno de los principales hermeneutas de la actualidad, especialista en Nietzsche y Heidegger, habló de una ética consensuada, no bajo los lineamientos del poder (político, económico), sino de toda la sociedad y, en línea con lo que propone el pensamiento posmoderno, aceptar la diferencia. Esto es: "a los más débiles, a los desplazados, a los que no tienen voz". Su ética de la interpretación sugiere que vivimos "residuos metafísicos en la ética comunitaria, creyente de una verdad absoluta impuesta por el poder político, económico y religioso".


Vattimo tiene un discurso claro: una ética de los principios es siempre una ética autoritaria que supone una autoridad absoluta de la razón. “Cuando le dan la mayoría a Berlusconi, mis conciudadanos italianos son locos; es irrazonable votar por Berlusconi. Soy un demócrata y tengo un poco de resistencia, pero tengo que aceptar lo que pasa en las elecciones”, ironizó el filósofo.

“Una ética metafísica es una que pretende fundarse sobre estructuras dadas, frente a las cuales se trata de aceptar, actuar, observar y respetar una ley. Mirando un hecho nunca se tiene una ley. La ley dice lo que tiene que hacer, no lo que es. Cuando la ley se identifica demasiado con lo que es, es una ley autoritaria”, subrayó. La cita de Walter Benjamin y su Tesis de filosofía de la historia le permitió esgrimir las razones por las cuales los heideggerianos hermenéuticos como Vattimo están en contra de la metafísica. “La ética no puede ser fundada por hechos acertados por una razón calculadora porque entonces la libertad no se da. Si el deber es respetar lo que es, prácticamente lo que es, es. Obviamente, mi amigo aristotélico me diría que hay un ser potencial, actual… bueno, puede ser, pero lo que puede ser no es”, bromeó en su charla.

Si siempre hay una fundación de tipo autoritario esencialista que implica que “el otro sabe mejor que yo lo que tengo que ser”, frente a esto, la interpretación propone la tesis de Nietzsche según la cual no hay hechos, sólo interpretaciones. “Siguiendo una expresión de Nietzsche, ‘la escuela de la sospecha’, nosotros sospechamos de lo que nos dice alguien”, aclaró. “¿Quién dice cómo están las cosas? La idea de la escuela de la sospecha ha sido preparada por Freud, por Marx, por Nietzsche mismo. Hemos aprendido que mirar al dado no es simplemente una mirada totalmente incondicional. El mundo se conoce a partir de un interés y siempre el conocimiento es interpretación. Cuando hablamos de algo, siempre hablamos de una realidad interpretada por alguien”.

“Cuando escucho la palabra universalismo, pongo a mano mi pistola”, dijo. “La ética de la interpretación no puede fundarse sobre principios universales. La historia de la verdad en los últimos siglos es la historia de la intersubjetividad, del consentimiento. El conocimiento científico deviene en verdad cuando es repetido. La intersubjetividad tiene vigencia incluso en la ciencia. La estructura epistémica racional es mejor porque se puede transmitir mejor.” Para Vattimo, en nuestro siglo la verdad se transformó en caridad. “La verdad supone el consenso; decimos que tenemos la verdad cuando hemos realizado un consenso. La ética de la interpretación deviene en un esfuerzo por obtener consenso sobre el comportamiento, actitudes y valores de los otros, que implica no sólo decir que hemos encontrado el valor absoluto, sino que obligamos a los otros a creer en ellos”, señaló, y citó un ejemplo desde el filo de la ironía: “Siempre hemos votado por Berlusconi, por qué tenemos que cambiar”.

“La ética consiste en convertir un sistema de valores y expectativas con los otros no sólo aquí, sino con los que escribieron libros en el siglo XIX, con los otros de otras culturas”, precisó. “La ética es una práctica de escucha del otro; como decía Levinas, el otro es digno de respeto porque su cara está vuelta a Dios. Se trata de respetar al otro porque refleja la cara de Dios.La caridad no se demuestra, se practica como respuesta a una gracia”

Vattimo planteó que si no hay principios metafísicos en el mundo, no hay otro principio que la llamada de los otros. “Se trata de abrir tu casa a todos, evitando que la destruyan totalmente. Es una actitud delicada y difícil de tomar. El principio de la hospitalidad, de la amistad, implica una actitud amistosa, incluso de diálogo con el otro. Lo más difícil de aceptar es que haya alguien que yo quiero mucho y que no me quiere. Tengo que aceptar mi propia finitud en el sentido más profundo. Yo no soy el caballero Berlusconi. El dice que nunca pagó a una mujer para hacer el amor porque lo máximo es ser seductor, que alguien me quiera por lo que yo soy.

Nosotros tenemos que aceptar incluso estos límites”, observó para concluir: “La ética de la amistad podría parecer una ética demasiado conformista. Hago lo que los otros esperan de mí, lo que los otros me piden. Siempre hay resistencias; no es tan fácil hacer lo que mi tradición, mi sociedad, mis amigos, me piden. Para elaborar una ética no metafísica hay que empezar con los excluidos, para realizar una sociedad en la que no haya más dominación ni sumisión. Este es el problema básico que tenemos.”

"La violencia es el hecho de no respetar tu libertad. No quiero que alguien dé un martillazo sobre mis dedos, pero sí que el dentista me saque un diente que me hace mal", dijo.

Según su ética de la interpretación, no hay una verdad absoluta, porque cada uno tiene una mirada, una interpretación del mundo, y para ello citó a Nietzsche: "No hay hechos, sólo interpretaciones", y afirmó luego que "el mundo se conoce a partir de algún interés".

Fuente: El librepensador