Pato Pattacini

Con puntualidad inglesa, el hombrecito ataviado con su conocido saco en tonos entre verde y blanco, completado esta vez con un jean y zapatillas, salió al escenario donde lo esperaban sus únicos compañeros en esta oportunidad: cinco instrumentos que él solito se encargaría de tocar. El público de Jon Anderson: mayoritariamente masculino y seguidores de Yes desde la adolescencia. Muchos recuerdos, rostros de felicidad y algunas anécdotas de visitas anteriores de la banda formaron parte de la previa.

En la última visita de la agrupación británica Anderson no fue de la partida, un problema respiratorio lo mantuvo inactivo por un tiempo. Según sus propias declaraciones: “Mi cuerpo no sería capaz de hacer lo que hacen. No puedo tocar cuatro o cinco días a la semana, o hacer todos estos viajes en hotel, mi cuerpo simplemente no lo tomaría”, dijo. Por eso, este show es saldar una deuda que había quedado pendiente.

Todas las religiones del mundo tienen sus místicos representados en sus santos, y el rock también. Todos hablan de la mística de Jon, de su voz angelical para interpretar sus canciones, que para quienes no seguimos su discografía, por momentos suenan monótonas. Con la respetuosa aceptación de los asistentes de no pedir alguno de los clásicos de los británicos y cumpliendo la promesa de traer más de algún recuerdo a todos los fans que llenaron el teatro, Anderson presentó un show totalmente acústico en medio de una escenografía minimalista, acompañado por un par de guitarras, un ukelele, teclado y un sanxian, instrumento chino con el que interpretó alguno de los temas de su etapa solista.

El ex vocalista de Yes sabe perfectamente lo que hace. Ofreció casi como una perfomance de stand up e hizo uso de su carisma: cada tema fue precedido por una anécdota, todas relatadas en perfecto inglés por lo que la mitad de los asistentes se quedó sin entenderlas. Anderson se divirtió, hizo chistes, y canciones y anécdotas se sucedieron entre recuerdos de algunas leyendas de la musica como Bob Marley cuando se despachó con "One Love" en un marcado tono british y el coro de los presentes que corearon la canción. Una historia divertida la que vivió con Vangelis para la grabación de "Let´s Pretends" y la de su hermano Tony, fan de The Beatles y su homenaje se exendió a John Lennon, y emocionó.

Dicen que sus primeros coqueteos con la música fue a muy temprana edad tocando la tabla de lavar en "Little John´s Skiffle Group", donde interpretaban canciones de Lonnie Donegan entre otros. Anderson, un apasionado del budismo, se mantuvo en el centro del escenario y no le hizo falta nada más para encantar a la audiencia. Más allá de las canciones fue casi mágico estar ante la voz original de la banda pionera del rock progresivo. Aquí fue solo él, ciento por ciento, fascinó con su historia encanta con su aparente simpleza –y notable inteligencia– acústica, en cada texto, Jon envió mensajes de esperanza y agradecimiento.

“He corrido más rápido de lo que necesito andar” dice en en “Sharpening of the Sword” y refleja el nuevo estado de las cosas. Optimismo fue lo que el músico transmitió a sus oyentes y se volcó a canciones profundas, tranquilas, pero no menos accesibles. Así se dispararon los temas, no en este orden, peron ni siquiera él respetó su track list: sonaron “America”, “Marry me again”“Starship trooper”, “Give love each day”, “And you and I”, “Ritual”, “I’ve seen all good people”, “Roundabout”, “Owner of a lonely heart” entre tantas otras. La colaboración con el resto del mundo le resultó como ambicionaba, se alimentó de lo que muchos recibieron de su propia influencia, cerrando de alguna manera el círculo trazado por él a través de su propuesta, sabiendo a la perfección lo que significa.

Como enseña el budismo, nada permanece, todo va y viene, tiene un ciclo y luego termina. Estar aferrado a las cosas o personas que ya no están es quedar anclado a una realidad que no existe y estar en estos momentos ante este artista enseña que el único momento que importa es el ahora para ser felices como lo fuimos en estas dos horas.