Por Virginia Giacosa Las ausencias se hicieron notar en el Día de la Bandera. En el palco oficial faltó la presencia del presidente Néstor Kirchner y del gobernador Jorge Obeid, y el acto quedó copado, como hacía mucho no sucedía, por las figuras militares que hace unas semanas atrás habían amenazado con no estar. Debido al faltazo con aviso del presidente y el gobernador, la ceremonia estuvo encabezada por el vicepresidente, Daniel Scioli, la ministra de Defensa, Nilda Garré, la vicegobernadora María Eugenia Bielsa y el intendente Miguel Lifschitz. Aunque a diferencia de los años anteriores el clima fue mucho menos adverso el público rosarino mermó considerablemente en comparación a las demás oportunidades. El sol se asomó de a ratos y en cada amague prometió avivar a los ciudadanos tanto o más que el chocolate caliente que se repartía en el palco pero que nunca llegó a manos de la gente. El acto se desarrolló sin demasiado entusiasmo y a la ausencia de las principales figuras políticas se sumó la falta de los personajes de siempre que acaparan todos los flashes al momento de romper el protocolo. Ya sea porque se acercan al palco con una carta, un pedido, un regalo o un bebé en brazos para que las autoridades máximas extiendan su bendición. Sin duda el signo más distintivo de esta edición del festejo fue que los colores celeste y blanco inundaron la zona del Monumento. La bandera más larga del mundo dijo presente y con la megaenseña también dieron el sí los puestos de los Centros de Ex Combatientes de todo el país que ofrecían escarapelas a colaboración. Lo más llamativo era que junto a los banderines también relucían los silbatos, las trompetas, las camisetas y gorritos que en el marco del Día de la Bandera no dejaban de remitir al Mundial de Fútbol. Sorpresivamente en esa sintonía mundialista estuvo dirigido el mensaje del intendente Miguel Lifschitz que puso como ejemplo las últimas jugadas triunfales del equipo de Pekerman. Sin poder despegarse de la euforia argentina, Lifschitz expresó desde el palco: “La Argentina debe demostrar, como la selección, que juega en equipo”. El paralelo dejó a más de uno con la boca abierta y hasta la fanfarria Alto Perú no supo si lo que venía era el Himno Nacional o el “¡Vamos, vamos Argentina!”.