El ejercicio físico cambia la composición de la flora intestinal, lo que tiene un efecto sumamente positivo para la salud. Así lo revela un novedoso estudio realizado por científicos estadounidenses en humanos y animales.

En el experimento con humanos, publicado por la Universidad de Illinois y reproducido por RT, los científicos analizaron la flora de los participantes adultos que realizaban tres ejercicios cardiovasculares de 30 a 60 minutos 3 veces a la semana, a lo largo de 6 semanas.

Como resultado, en el intestino de los participantes aumentó la cantidad de ácidos grasos de cadena corta (AGCC, o SCFA, por sus siglas en inglés), en particular del butirato. Sin embargo, al regresar al estilo de vida sedentario, las cantidades de AGCC en el intestino se redujeron de nuevo.

El butirato es un ácido graso que estimula el crecimiento de las células intestinales sanas, reduce la inflamación y genera energía para el organismo. También es capaz de reforzar el sistema inmunológico humano, según diversas investigaciones.

En cuanto al experimento en animales, se trasplantaron a ratones con intestinos estériles muestras de microbiota fecal de roedores con altos y bajos niveles de actividad física. Aquellos que recibieron microorganismos de ratones físicamente activos tuvieron una salud intestinal superior.