La diabetes tipo 1 es una enfermedad crónica englobada en las denominadas ‘patologías autoinmunes’, en las que el sistema inmunitario ataca por error al propio organismo –en este caso concreto, a las células beta de los islotes pancreáticos, responsables de la producción de insulina–. En consecuencia, y dado que la insulina es la hormona responsable de que las células capten la glucosa de la sangre para producir energía, el torrente sanguíneo acaba portando un exceso de glucosa, lo que acaba provocando daños en múltiples órganos del cuerpo. Entonces, ¿puede esperarse que las dietas muy bajas en carbohidratos, o lo que es lo mismo, en azúcares, ayuden a controlar el azúcar en sangre y, así, evitar las complicaciones asociadas a la diabetes tipo 1? Pues según un estudio comunicado por abc llevado por investigadores del Hospital Infantil de Boston (EE.UU.), es muy posible que sí.

Como explica Belinda Lennerz, co-directora de esta investigación publicada en la revista "Pediatrics", "las dietas con un contenido muy bajo en carbohidratos pueden mejorar el control del azúcar en sangre en los pacientes con diabetes tipo 1. Todo ello, además, con una baja tasa de episodios de hipoglucemia y otras complicaciones".

Azúcar bajo control

Para llevar a cabo el estudio, los autores contaron con la participación de 316 adultos y niños –hasta un 42% del total– diagnosticados de diabetes tipo 1 y que seguían una dieta muy pobre en carbohidratos. De hecho, todos los participantes eran miembros de una comunidad en Facebook en la que para entrar se exigían dos requisitos muy simples: ser diabético tipo 1; y de acuerdo con las recomendaciones recogidas en el libro para diabéticos de Richard Bernstein –un médico especialista en la enfermedad que también ha tomado parte en el estudio–, comprometerse a seguir una dieta muy baja en carbohidratos.

Y llegados a este punto, ¿cuál era la cantidad de carbohidratos incluidos en la dieta de los participantes? Pues de únicamente 36 gramos diarios. O lo que es lo mismo, los carbohidratos suponían tan solo el 5% del total de calorías ingeridas en la dieta. Un porcentaje muy inferior al recomendado por muchas sociedades médicas. De hecho, la Asociación Americana de Diabetes (ADA) recomienda que en torno al 45% de las calorías provengan de los carbohidratos.

Los resultados, comunicados por los propios pacientes y ‘verificados’ tras revisar sus historiales médicos, mostraron que el nivel promedio de hemoglobina glicosilada –HbA1C, parámetro que muestra el nivel de azúcar en sangre– de los participantes se estableció en el 5,67%. Un hallazgo muy significativo dado que cualquier nivel inferior al 5,7% se considera ‘normal’ –es decir, propio de una persona sin la enfermedad– y que el objetivo del tratamiento antidiabético es lograr unos niveles por debajo del 7% –lo cual no siempre se consigue y el nivel promedio de HbA1C de la población con diabetes tipo 1 es del 8,2%.

Es más; como consecuencia de esta dieta baja en carbohidratos, los participantes requerían una menor dosis de insulina –la media se estableció en tan solo 0,40 U/kg/día– que la que se utiliza habitualmente en el tratamiento de la enfermedad. Y a ello se unió que también presentaron una buena sensibilidad a la insulina, unos bajos niveles de triglicéridos y unos niveles elevados de c-HDL –el consabido ‘colesterol bueno’–, por lo que su salud cardiometabólica fue tildada como ‘favorable’.

Hacen falta más estudios

En este contexto, debe tenerse en cuenta que la idea de seguir una dieta muy baja en carbohidratos para el abordaje de la diabetes no es, ni mucho menos, nueva. De hecho, era una medida que se utilizaba comúnmente en la diabetes tipo 1 hasta el descubrimiento de la insulina. Y una vez llegó la insulina, se abandonó. ¿La razón? El temor más que justificado a las caídas repentinas en los niveles de azúcar en sangre. O lo que es lo mismo, a las hipoglucemias. Pero, ¿es realmente así? Pues según el estudio, no. Y es que las tasas de hospitalización por hipoglucemias o por cetoacidosis diabética de los participantes fueron, respectivamente, de un 1% y un 2% y, por tanto, muy inferiores a las del resto de la población con diabetes tipo 1.

Entonces, ¿debe recomendarse a los pacientes con diabetes tipo 1 que limiten, y mucho, la ingesta de carbohidratos? Pues, de momento, no. Como concluye David Ludwig, co-director de la investigación, «el nuestro es un estudio observacional y no controlado, por lo que deben realizarse ensayos clínicos aleatorizados para evaluar de forma rigurosa la eficacia y seguridad de esta dieta. Además, los resultados no justifican por sí solos un cambio en el manejo de la diabetes. Es totalmente necesario que los pacientes que quieran realizar cambios en su dieta lo consulten antes con sus médicos».