Una investigación realizada en Estados Unidos afirma que la grasa de determinados alimentos, como el helado y las hamburguesas, va directamente al cerebro y elude el mecanismo de saciedad que naturalmente activa el cuerpo.


Una vez ahí, las moléculas de grasa disparan señales hacia las células del cuerpo, alentándolas a ignorar las señales supresoras del apetito procedentes de la leptina y la insulina, hormonas relacionadas con la regulación del peso, por hasta tres días.


"Normalmente, nuestro cuerpo está preparado para decir cuando ha tenido demasiado, pero eso no ocurre siempre cuando estamos comiendo algo rico", dijo la investigadora Deborah Clegg, autora del estudio.


"Lo que hemos demostrado en esta investigación es que toda la química cerebral de una persona puede cambiar en un espacio de tiempo muy corto. Nuestros hallazgos sugieren que cuando una persona ingiere algo con alto nivel de grasa, le llegan al cerebro los ácidos grasos y se vuelve resistente a la insulina y la leptina", explicó. "Entonces, como el cerebro no dice que dejes de comer, ingieres de más".


Los investigadores también hallaron que un tipo particular de grasa -el ácido palmítico, que se encuentra en la carne, la manteca, el queso y la leche- es particularmente eficaz a la hora de instigar este mecanismo.


El estudio fue realizado en ratas y ratones, pero los científicos aseguran que sus resultados, publicados en The Journal of Clinical Investigation, refuerzan la recomendación de limitar la ingesta de grasa saturada, porque  “lleva a comer más".


 Fuente: El mercurio