En el marco de la Reunión Anual de la Sociedad Española de Neurología se desarrolló la conferencia “Desarrollo y Rehabilitación de las Funciones Ejecutivas” donde se señaló que “el daño cerebral durante la infancia es especialmente importante ya que nos encontramos ante un cerebro en desarrollo, lo que le confiere una mayor vulnerabilidad”.
Las funciones ejecutivas son el motor de las interacciones de los seres humanos, y comprenden habilidades como la planificación, la iniciativa, el autocontrol, y la memoria autobiográfica, entre otras. Estas funciones, localizadas en el lóbulo prefrontal del cerebro, emergen de forma muy incipiente durante el primer año de vida, se perfeccionan en la adolescencia, y se completan a comienzos de la edad adulta.
“Para obtener una vida social exitosa, el ser humano requiere de una serie de habilidades denominadas funciones ejecutivas”. Esta afirmación pertenece a Beatriz Gavilán Agustí, neuropsicóloga a cargo de la conferencia, perteneciente a la Red Menni de Servicios de Daño Cerebral. “Dichas funciones son el motor de nuestras interacciones y comprenden habilidades como la planificación, la iniciativa, el autocontrol, y la memoria autobiográfica, entre otras”, agregó la experta.
Beatriz Gavilán explicó que “el lóbulo prefrontal es el sustrato anatómico de estas funciones, además es el encargado de dirigir el más alto nivel de integración mental, la interacción social”. Asimismo, indicó que “estas funciones emergen durante el primer año de vida, se perfeccionan en la edad adulta, y se completa a comienzos de la edad adulta”.
Lesiones cerebrales en el primer año de vida
De este modo, las lesiones prefrontales van a condicionar la aparición y/o el desarrollo de las funciones ejecutivas, y por lo tanto el desarrollo social y emocional. De esta forma, “las lesiones durante el primer año de vida en determinadas zonas del lóbulo prefrontal van a provocar en el niño marcados déficit en la regulación de su conducta y en el aprendizaje socio-emocional, lo cual provoca en muchos casos trastornos generalizados del desarrollo como autismo y Síndrome de Asperger”.
La experta abordó también, las disfunciones a nivel prefrontal sin daño estructural, como por ejemplo el TDAH.
En ambos casos, “la intervención temprana es fundamental para minimizar las posibles consecuencias del daño o de la disfunción”. “Esta intervención”, indicó, “debe ser realizada por un especialista con un profundo conocimiento del desarrollo infantil normal y de las manifestaciones conductuales y cognitivas de los trastornos neuropediátricos”.
Para concluir, Beatriz Gavilán manifestó que “la intervención en niños con déficit ejecutivos debe ser individualizada, y debe contar con la participación de padres y profesores”. Asimismo recordó que los efectos de un daño cerebral en la población infantil pueden no ser fijos o estáticos después de años”.
Fuente: Noticias Médicas
Las funciones ejecutivas son el motor de las interacciones de los seres humanos, y comprenden habilidades como la planificación, la iniciativa, el autocontrol, y la memoria autobiográfica, entre otras. Estas funciones, localizadas en el lóbulo prefrontal del cerebro, emergen de forma muy incipiente durante el primer año de vida, se perfeccionan en la adolescencia, y se completan a comienzos de la edad adulta.
“Para obtener una vida social exitosa, el ser humano requiere de una serie de habilidades denominadas funciones ejecutivas”. Esta afirmación pertenece a Beatriz Gavilán Agustí, neuropsicóloga a cargo de la conferencia, perteneciente a la Red Menni de Servicios de Daño Cerebral. “Dichas funciones son el motor de nuestras interacciones y comprenden habilidades como la planificación, la iniciativa, el autocontrol, y la memoria autobiográfica, entre otras”, agregó la experta.
Beatriz Gavilán explicó que “el lóbulo prefrontal es el sustrato anatómico de estas funciones, además es el encargado de dirigir el más alto nivel de integración mental, la interacción social”. Asimismo, indicó que “estas funciones emergen durante el primer año de vida, se perfeccionan en la edad adulta, y se completa a comienzos de la edad adulta”.
Lesiones cerebrales en el primer año de vida
De este modo, las lesiones prefrontales van a condicionar la aparición y/o el desarrollo de las funciones ejecutivas, y por lo tanto el desarrollo social y emocional. De esta forma, “las lesiones durante el primer año de vida en determinadas zonas del lóbulo prefrontal van a provocar en el niño marcados déficit en la regulación de su conducta y en el aprendizaje socio-emocional, lo cual provoca en muchos casos trastornos generalizados del desarrollo como autismo y Síndrome de Asperger”.
La experta abordó también, las disfunciones a nivel prefrontal sin daño estructural, como por ejemplo el TDAH.
En ambos casos, “la intervención temprana es fundamental para minimizar las posibles consecuencias del daño o de la disfunción”. “Esta intervención”, indicó, “debe ser realizada por un especialista con un profundo conocimiento del desarrollo infantil normal y de las manifestaciones conductuales y cognitivas de los trastornos neuropediátricos”.
Para concluir, Beatriz Gavilán manifestó que “la intervención en niños con déficit ejecutivos debe ser individualizada, y debe contar con la participación de padres y profesores”. Asimismo recordó que los efectos de un daño cerebral en la población infantil pueden no ser fijos o estáticos después de años”.
Fuente: Noticias Médicas