Miembros de la Asociación Americana del Corazón (AHA) sostienen que las redes sociales son herramientas eficaces para combatir la obesidad y el sobrepeso, especialmente en el caso de los niños.

En un trabajo publicado recientemente en la revista ‘Circulation’ se recomienda que los médicos y los científicos se esfuercen por incorporar este instrumento en la lucha contra una enfermedad que, de acuerdo con los datos que maneja la Organización Mundial de la Salud (OMS), padecen más de 500 millones de ciudadanos, un 60% de mujeres y el 40% restante, hombres.

La comunicación digital a través de páginas como Facebook o Twitter está presente la vida cotidiana de los adolescentes. De hecho, en Estados Unidos alrededor del 95% de los menores con edades comprendidas entre los 12 y los 17 años tienen acceso a internet, en sus casas o en los colegios. Por lo tanto, añaden los expertos de la AHA, los profesionales deben explorar esta vía para fomentar los comportamientos sanos. La medida sería extrapolable a otros países, por ejemplo España, que el año pasado superó a Estados Unidos en índices de obesidad infantil, con un 19% frente al 16% de los norteamericanos, según reveló un estudio liderado por la Universidad Politécnica de Madrid (UPM).

Antes de llegar a estas conclusiones, el grupo de trabajo de la Asociación del Corazón evaluó el material difundido por la web acerca de la mejora de los hábitos alimenticios, el incremento de la actividad física y la reducción de peso. En las ocasiones en las que hubo mayor interacción entre los adolescentes y sus familias para lograr estos objetivos, las tasas de éxito fueron más altas. Tanto esta investigación como otras anteriores –entre ellas, las desarrolladas en la Universidad de Vanderbilt, en Nashville– recuerdan que las personas con sobrepeso tienden a compartir su tiempo con individuos con su mismo problema, incluso virtualmente.

Los técnicos explican que si alguno de los integrantes de estos colectivos sociales cambia favorablemente puede influir de modo positivo en los demás jóvenes, como si de un grupo de apoyo se tratase. Los autores de la investigación confiesan que necesitan más información al respecto para acabar de entender las diferencias que pueda haber en función del sexo, la raza, el nivel socioeconómico, el lugar de residencia o el dominio de la tecnología de los afectados. No obstante, ya están en disposición de aconsejar que se preste una atención preferente a los medios sociales y el entorno 2.0 en las políticas encaminadas a disminuir la obesidad.

Fuente: Health Day