Pedro Robledo  

En el armado de "¡Chist!, Les Luthiers intentó llevar a cabo la dificultosa tarea de extraer lo mejor de los 34 espectáculos concretados en 44 años de trayectoria.  Compañeros en el Coro de la Facultad de Ingeniería de la Universidad de Buenos Aires en los años 60, el grupo fue fundado por Gerardo Masana en 1967.

En la historia del quinteto está la pluma de Roberto Fontanarrosa como asesor creativo y sigue luciendo la tarea de Hugo Domínguez como luthier personal, cuyos aportes han sido fundamentales para que Les Luthiers se vea como un proyecto sólido que nunca deja margen para la improvisación.

Desde 1981, Rosario siempre ha sido el punto de partida de la muestra de un nuevo espectáculo. Cumpliendo con esta premisa, estrenaron este show el año pasado y lo reestrenaron con algunas modificaciones este año, con siete funciones en El Círculo a sala llena.

¡Chist! reúne segmentos de Unen canto con Humor, Lutherías, Mastropiero que nunca, Bromato de Armonio y Viegésimo Aniversario, entre otros shows de distintas épocas.

La obra comenzó con una versión de la recordada "Manuel Darío", donde se cuenta la desopilante historia de un cantautor interpretado por Daniel Rabinovich, pieza estrenada en 1994 e incluida en Unen canto con Humor.

De Bromato de Armonio, seleccionaron el sketch "La Comisión", obra dividida en 4 intervenciones donde dos políticos oficialistas (Mundstock y Rabinovich), le encargan al compositor "Mangiacaprini" (Núñez Cortés) la modificación del himno. En estos tramos, con fina ironía y sutilezas varias, el texto aportó una visión crítica de la clase política a la cual el público sumó su complicidad. Del mismo espectáculo, estrenado en 1996, estuvieron "La hija de Escipión", "Educación sexual moderna" y  "La redención del vampiro". 

De Viegésimo aniversario incluyeron "Encuentro en el restaurante", de Todo por que rías (1999) eligieron "Los jóvenes de hoy en día" y de Mastropiero que nunca (1979) reflotaron "La bella y graciosa moza marchose a lavar la ropa".

De Por humor al arte (1983), recordaron la canción ecológica "Sólo necesitamos" y de Humor dulce hogar (1986), el imperdible y muy festejado "Bolero de los celos".

La dinámica y la aceitada mecánica de trabajo de asistentes, iluminadores y sonidistas fue fundamental para el hilvanado de gags y sketches que no registraron otra pausa más que el tradicional saludo antes de ofrecer "Blues del Fortín", fuera de programa.

Les Luthiers, como humoristas y como músicos, nunca detuvieron su evolución llegando a desarrollar un altísimo nivel en el desempeño individual y una profunda química en el trabajo colectivo.