En medio del debate por la ola de inseguridad, el intendente Miguel Lifschitz salió a advertir que la instalación de nuevos asentamientos irregulares no se detiene en Rosario y relacionó esta situación con el crecimiento del flujo migratorio desde el norte, fundamentalmente de Chaco. Además, criticó que no haya ni desde la provincia ni desde la Nación una política para afrontar esta problemática.

No fue casualidad. El intendente hizo estas declaraciones tras recorrer un nuevo complejo de viviendas, en Seguí y Provincias Unidas, donde fueron reubicadas más de 230 familias provenientes del barrio Molino Blanco, en el marco del Plan Hábitat. Y es que la políticia oficial de construcción de viviendas se convirtió en una verdadera sábana corta: se erradican familias de un asentamiento, pero en otras partes de la ciudad aparecen otros.

Lifschitz afirmó que esta realidad –la de la reproducción de los asentamientos– es claramente comprobable si se comparan las fotos áreas de la ciudad de 1991, 1995 y 2005. Recientemente, por ejemplo, se han instalado nuevos asentamientos de viviendas precarias en Circunvalación y Sorrento y al costado del inicio de la autopista a Córdoba.

Para el intendente, esto tiene directa relación conque sigue llegando, y son más cada día, gente que no encuentra una salida a su situación de pobreza en el Chaco. "Hace falta una política activa de contención en sus lugares de orígenes, y no que vengan a una gran ciudad donde difícilmente van a poder resolver su situación ya que, además, se trata en su mayoría de trabajadores rurales ", reclamó.

Lifschitz dijo que ya mantuvo contactos con el gobernador del Chaco, Roy Nikich, para analizar la situación, pero que éste le pidió tiempo para reunirse porque debe enfrentar una crisis interna. Y que también le reclamó al gobierno nacional que se ocupe del tema.       

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Las declaraciones del intendente Lifschitz