Virginia Giacosa

Lila Downs abrió en Rosario una serie de presentaciones que continúan en Córdoba y culminan en Buenos Aires. Con un teatro El Círculo casi lleno, la cantante nacida en Oaxaca –hija de una artista mixteca y un profesor de arte americano– imprimió en la ciudad el color mestizo de su voz y los sonidos más antiguos de su tierra.

Como siempre subió al escenario con su cabellera larguísima y negra y un vestido que mezclaba lo tradicional con lo urbano. Largo, con flores bordadas, texturas y combinado con una espalda seductoramente al descubierto.

La fiesta comenzó con "Mezcalito", uno de los temas de su último disco "Pecados y Milagros" la travesía creativa que la trajo de visita al cono sur. Luego del primer tema recordó que estaba en tierra del Che Guevara –que por estos días cumpliría un nuevo aniversario– y antes de tomar un trago de la botellita de agua mineral arrojó el primer sorbo a la tierra, en una sutil ofrenda a la Pachamama.

"Para que haya milagro, tiene que haber pecado", contó que le dijo un padre jesuíta y entonces a partir de ahí purgó la culpa por hablar de temas pecaminosos en su último material.

Downs es una artista de fuerte compromiso social que, en este nuevo álbum, también rescata el tema de los ex votos, esa práctica religiosa y popular que se extiende a lo largo y a lo ancho de América y que tiene que ver con las pinturas y otras obras que se entregan como agradecimientos a los favores recibidos por parte de santos y de otras figuras milagreras. De hecho, en su lanzamiento el álbum contó con una muestra integrada por creaciones de varios artistas plásticos que reflejaron la esencia de esta producción.

En este disco, la mexicana, presenta una gama de ritmos que van de la cumbia a la bachata y las canciones rancheras."Zapata se queda", "Cucurrucucú paloma (Tomás Méndez)" y "Pecadora", fueron algunos de los temas de su último material que presentó ante el público rosarino. No faltaron menciones a las moledoras de maíz, un trabajo tradicional en su tierra, a la inmigración y a la necesidad de una transformación humana cuando canto el tema "Justicia".

"La cumbia del Mole", una canción más anterior, también fue de la partida. Y ahí, la gente no se pudo quedar sentada en su butaca. El tema habla de la preparación del aderezo mexicano hecho de chocolate y picante. El ritmo elevó al público a la danza con la misma sabrosura y mixtura del Mole: dulzona pero picante.

Aunque expuso toda su nueva producción, hubo lugar para volver al pasado y sobre todo a sus ancestros con canciones de origen zapoteca. A la hora de los bises también hubo una reminiscencia a Chavela Vargas, una de sus más grandes influencias. "La llorona", cambió el jolgorio de la sala y convirtió el lugar casi en un templo. Pero el cierre de su paso por la ciudad no podía sellarse en ese silencio casi sepulcral.

Con la misma fuerza que al comienzo, apareció "La cucaracha", un clásico de Downs. La gente volvió a bailar y todos o casi todos se fueron con ganas de más.