Después de dos noches en Buenos Aires, Lindsey Stirling se presentó este sábado en Rosario con un show que sacudió las butacas del Fundación Astengo. A las 21.15 las luces de la sala se apagaron. Dos golpes de batería después, apareció su silueta recortada entre un juego de humo, luces y sombras y entonces sí el auditorio comenzó a delirar.

Criada en una comunidad mormona en Arizona (Estados Unidos), Stirling saltó a la fama gracias a una buena conexión de Internet y talento, mucho talento. Sus videos en YouTube la hicieron conocida por todo el mundo, la siguen nada menos que 6.498.017 suscriptores. Cada una de sus canciones cuenta una historia que ella trasmite no sólo con su violín sino con su cuerpo.

De pequeña le encantaba la danza y la música pero cuando llegó la hora de elegir, se quedó con las cuerdas. Pero eso no significó que colgara las zapatillas de ballet, o en su caso también los zapatos de tap, hip-hop o las mediaspuntas de contemporáneo. Y es que Stirling sigue su propio ritmo, mezcla de música clásica, electrónica, pop, hip-hop y rock. Sus shows parecen viajes en el tiempo y espacio, en un tema camina por un mundo de hadas para inmediatamente después ponerse a saltar en la más ruidosa fiesta rave.

Eso fue lo que hizo justamente este sábado durante más de dos horas. La acompañaron Gavi, en el teclado; y Drew, en a la batería, los dos únicos miembros de su banda.

“No los elegí, cayeron en mi regazo”, contó entre canción y canción.

Tres años atrás, una semana antes de dar su primer show en vivo en Nueva York se le ocurrió sumar más músicos a escena. Sí, una semana antes. “Muy inteligente”, bromeó Stirling. Pero le resultó, y a la perfección. Un conocido de un amigo le recomendó a dos chicos que vivían del otro lado de Estados Unidos y 48 horas después, con jet lag y todo, los dos muchachos se presentaron con el repertorio –17 canciones– aprendido de memoria. Desde entonces la siguen para todos lados y para ella son su familia.

“Nos divertimos mucho juntos. Están constantemente haciendome reír. Hasta tenemos este chiste, yo les digo que son ´mis chicas´ y se convierten inmediatamente en ´Becky´ y ´Saundra´ y comienzan a hablar con voz de nena. Muero de la risa”, señaló Lindsey en su sitio oficial, una web donde no sólo se puede encontrar información sobre la violinista sino descargar las partituras de sus canciones.

Sin embargo, aunque Stirling disfruta ahora de la fama y el reconocimiento, su vida no fue siempre color de rosa. Por un tiempo le dio batalla a la anorexia. “Shatter me” fue el penúltimo tema de la velada y revela un poco cómo superó ese trauma.

Antes de acomodarse el violín al hombro contó lo que supuso para ella liberarse de esa cárcel, algo que quiso mostrar en el video de la canción y que el año que viene espera poder contar a través de una autobiografía que está escribiendo con su hermana. Una bella bailarina atrapada en una cajita musical que logra liberarse.