Ni las náuseas matutinas, ni las contracciones, ni el tamaña que adquirió su panza con los ocho meses de embaraza detuvieron a la tiradora de Malasia Nur Suryani Mohamad Taibi, para llegar a los Juegos Olímpicos. Sólo reza por una cosa: que la beba no pegue a una patada cuando llegue la hora de disparar.

Taibi siguió entrenando pese a todos los cambios físicos producto de la gestación. "La mayoría de gente dice que estoy loca o que soy egoísta porque estoy poniendo en juego la salud de mi hija“, dijo esta primeriza de 29 años.

“Mi marido dice que lo aproveche porque ésta es una oportunidad excepcional que tal vez no se vuelve a presentar. Además, yo soy la madre. Sé lo que puedo hacer. Y soy una persona tozuda”, agregó.

Nur Suryani no es la primera embarazada que compite en unos Juegos Olímpicos. Pero a poco más de un mes de salirse de cuentas, la tiradora de carabina a 10 metros será una de las competidoras en más avanzado estado de gestación de toda la historia olímpica. Y pulverizará todos los récords si gana el oro, puesto que Malasia nunca ha subido a lo más alto del podio en unos Juegos.

Preparándose para un reciente entrenamiento, enfundó su abultada barriga en el pesado traje de cuerpo y chaqueta que llevan los competidores para tener mayor estabilidad antes de ponerse la carabina a la espalda.
Quieta como una estatua, Nur Suryani respira hondo antes de cada tiro, apunta y aprieta el gatillo. Ya no se encuentra mal, pero el tiro requiere una gran firmeza de pulso y de todo el resto del cuerpo, tanta que los tiradores disparan entre latido y latido del corazón, cuando el cuerpo está más estable.

Una preocupación clave por tanto es que el feto –una niña a la que llamará Dayana Widyan– dé una patada a destiempo. “Puedo disparar normal. Pero una patada del bebé me impide apretar el gatillo”, dijo.