Los adultos que fueron "líderes" durante su infancia disfrutan de mejor salud que los que ejercieron un papel gregario en la escuela, según un estudio científico que publica la revista médica "Journal of Epidemiology and Community Health".

El estudio ha sido realizado por el Instituto Karolinska, de la Universidad de Estocolmo, a partir de los datos de más de 14.000 niños nacidos en Suecia en 1953, a los que se hizo un seguimiento durante 50 años en el marco de una investigación más amplia.

El grado de popularidad entre sus iguales se evaluó en 1966, cuando estos niños tenían entre 12 y 13 años y se les pidió que definieran a sus compañeros a partir de las siguientes categorías: marginados, periféricos, aceptados, populares y favoritos.

Esta información se cruzó posteriormente con la información relativa a los problemas médicos y hospitalizaciones -si las hubo- de estos 14.000 individuos entre los años 1973 y 2003.

La conclusión fue que los niños que aparecían entre los marginados y periféricos eran los que, de adultos, presentaban en términos generales un riesgo más elevado de enfermedades, algo que se registraba por igual en hombres y en mujeres.

En los casos de los menos populares, se multiplicaron por cuatro los casos de tratamiento hospitalario a causa de dolencias hormonales (incluida la diabetes), nutricionales y metabólicas, con respecto a que los que fueron sus compañeros más populares.

En el caso de las enfermedades mentales y los desórdenes de la conducta (incluidos los intentos de suicidio y las auto-lesiones), la proporción era de 2 a 1, y en lo que se refiere al riesgo de padecer una dolencia isquémico-cardiaca la proporción era de 9 a 1.

También se registró una mayor tendencia entre los marginados y periféricos a desarrollar adicciones al alcohol y las drogas en la vida adulta, sin que se detectaran diferencias en función de la procedencia social y económica de los individuos estudiados.

Los autores del estudio, dirigido por la profesora Ylva Almquist, indicaron que el “estatus social” en la infancia influye en la salud durante la vida adulta a través de factores psicológicos y de conducta que están detrás en última instancia del desarrollo de las citadas conductas y dolencias.

Fuente: EFE