Juan José Defagot formaba parte de la División de Fraudes y Estafas de la Policía Federal en 1985. El 23 de agosto, hace 30 años, la policía entraba a la casona de Martín y Omar 544 y ponía fin al clan Puccio, una de las mayores bandas criminales de la historia argentina. Ese día, Arquímedes, su mujer Epifanía y sus hijos Alejandro y Daniel fueron detenidos. En el sótano, los policías se encontraron con Nélida Bollini de Prado, una empresaria que había sido secuestrada por la banda.

La película El clan de Pablo Trapero trajo a la luz toda la oscuridad que encerró el caso Puccio. En el film el director recrea los secuestros llevados a cabo por la familia y sus cómplices. También, su detención y caída. Según Defagot hacía 32 días que seguían de cerca a la banda– tras la denuncia de la familia sobre la desaparición de la mujer – siguiendo los llamados telefónicos que recibía la familia de la mujer retenida. Esa noche del comienzo del final estaban preparadas 15 brigadas en la calle, acechando los movimientos de Arquímides.

El líder del clan usó un teléfono público de una estación de servicios ubicada en Laferrere y Mariano Acosta y ahí fue localizado. “Al minuto y medio, dos, del llamado nos dijeron de dónde provenía y llegamos hasta ahí. Estaba fuera de sí, sorprendido y le preguntamos dónde tenía a la mujer”, sostuvo. “Era un cara de piedra, un sínico. Se mostró inmutable, parecía un monstruo”, destacó.

Apuntado por pistolas y ametralladoras, Arquímides cantó. “Ahí llamamos a la jueza (María Romilda) Servini de Cubría y nos ordenó que la pasáramos a buscar. Llegamos a la casa y estaban Alejandro y la novia en la cocina.

“Empezamos a revisar las habitaciones y llega Epifania”, indicó sobre la esposa de Arquímides. “Le dijimos que se quedara tranquila, que era un procedimiento policial pero no se inmutó para nada, la retuvimos ahí. No encontrábamos nada hasta que descubrimos el sótano”, precisó.

El lugar “eran 4 paredes con estantes y un armario”, describió. “Ya estábamos desilusionados, íbamos a buscar en el piso cuando de repente, un suboficial se da cuenta que el armario se movía. Lo abre y detrás hay una puerta placa. La vemos a Bollini de Prado atada con cadenas, junto a fardos de alfalfa y agua cn un ventilador para que diera olor a campo, querían desorientar a la víctima haciéndola creer que estaba en una tapera”, observó.

Según agregó, el lugar tenía el techo cubierto con papeles de diario y había una radio encendida. La víctima estaba vendada en los ojos y en la boca. “Su destino era la muerte, nunca iba a ser liberada porque era conocida de la familia”, señaló.

Asustada como estaba, no podía creer que estaba siendo liberada. “No nos creía que éramos policías, se pensaba que la íbamos a matar. La jueza tuvo que bajar y se sentó con ella, empezaron a conversar y mientras tanto llamamos a una ambulancia porque estaba en crisis y deshidratada”, completó sobre la escena que presenciaron y que seguramente nunca podrán olvidar.